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Caminé hacia la fuente del sonido, una vez que localicé una puerta frente a mí tomé la perilla con mi mano y la giré para abrirla con toda la lentitud y el cuidado del mundo.

Una raya de luz blanca golpeó mi rostro, y al indagar por toda la gran habitación, pude dar con el cristal de la ducha.

La vi detrás de él, dando la espalda, con el cabello lleno de espuma y su culo perfecto bajo mi vista. Me ensimismé totalmente, casi babeando, y anhelando totalmente tocarlo; así que abrí la puerta totalmente y comencé a desnudarme.

Me quité los zapatos y la camisa con rapidez pero con silencio, palmeé mi erección creciente antes de bajarme los pantalones y quitarme la ropa interior.

Abrí con suavidad la puerta cristalina y entré, mojando mis pies al instante.

Estaba tan cerca de ella, podía sentir la temperatura fresca de su piel mojada invadiendo a la de la mía, totalmente seca y caliente.

Ella pareció sentir mi presencia, debido a que giró su cabeza para observarme. Sin embargo, contrario a lo que yo creía y esperaba que pasaría, se quedó tranquila, observando con detenimiento mi rostro.

—¿No había otro baño?

—¿Quién sabe? Yo quería estar aquí.

—Eres un maldito pervertido.

—Sí sabes que este pervertido es más grande que tú, y que por ende tiene más fuerza y puede someter tu seductor cuerpecito con mucha facilidad, ¿no?

—¿Y qué? Eso no va a borrar el hecho de que estás mal, en realidad, lo afirmará.

Coloqué mis manos en su espalda para pegarla a las frías baldosas, pasando bajo el agua de la regadera y pegándome a su cuerpo completamente. La diferencia de tamaños rápidamente captada por mi reojo.

 La diferencia de tamaños rápidamente captada por mi reojo

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El idiota no era nada silencioso. Cuando abrió la puerta lo pude ver de reojo fácilmente. Y es que era una gigantesca mancha negra en un espacio de blanco marfil por doquier.

Algo en el hecho de que me viera me provocaba una sensación emocionante en el vientre bajo, y me molestaba mucho, porque era un desgraciado totalmente. Saber que estaba viendo toda mi espalda me daba algo de pena, no por mi cuerpo, sabía sobre mis atributos, pero era un completo pervertido, ¿qué podría estar imaginando?


¿Y si intentaba algo raro?

"Ay, por favor. Si por raro te refieres
a que en vez de pedir ayuda le pedirías
más, entonces sí, pero si no, no."


Escuché algo metálico golpear contra el suelo, por lo que pude suponer que era su cinturón.

Tragué saliva, dándome cuenta de que todo el tiempo mi boca se estuvo haciendo agua y me quise golpear la cabeza por ello.

Sex 24/7 ; Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora