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Ser parte de la élite de Nueva York no es precisamente fácil.

Tantas personas desconocen del valor que verdaderamente tienen como humanos aquellos que nacieron en cuna de oro –por la ascendencia que se desarrolló a lo largo de los años en los diversos medios de trabajo–, todo esto, porque para la venta de chismes siempre debe haber un valor principal, y es, por supuesto, el valor económico.

Hydra Bass, mejor conocida como "La chica de oro", era el punto rojo de la atención en Nueva York.

No por sus logros propios –que eran bastantes–, sino por su procedencia.

Digo, ser la única heredera de toda la absoluta fortuna del imperio Bass era algo de lo que se debía hablar y escribir en los libros de historia. Puesto que su padre había luchado día y noche para ser, merecido sea, el hombre más rico de los Estados Unidos de América, pasando de ser nada a serlo todo.

Las empresas, las bienes raíces, las refinerías de petróleo y, por supuesto, lo millares de clubes nocturnos, restaurantes y bares, eran los que generaban con cada minuto que pasaba una gigantesca ganancia para la familia.

Familia pequeña, conformada por un padre casado con su trabajo y una hija cuya belleza se decía ser envidiada incluso por las estrellas más brillantes en el firmamento.

Esa de cabellos dorados que había nacido con el intelecto de los negocios que su padre poseía.

No era un secreto para nadie que desde pequeña se le fue dada una educación común y corriente para su desarrollo prospero, natural de un niño normal, a pesar de que ella no lo era del todo.

Era como ser un diamante compartiendo espacio con las piedras de fantasía de un fabricante de anillos que no sabe el valor bruto del indestructible material que posee. Claro, esto a palabras de los chismosos.

Sin embargo, esto no fue en vano. Puesto que pronto los profesores se dieron cuenta de que era una niña prodigio que necesitaba avanzar para no quedar estancada, que necesitaba explorar su conocimiento.

Con el paso del tiempo, los diplomas, las estatuillas y medallas de oro así como los trofeos que ganaba en competencias de intelecto en diferentes ramas como química, matemáticas, lógica y física, eran por supuesto, exuberantes y había de sobra.

Ella era todo el orgullo de Asmodeo Bass.

Aunque claro que, para todo había algo negativo.

Cuando Hydra cumplió quince años, llegó a la mansión una falsa rubia con un pasado incierto y cuyo apellido –antes desconocido– se volvió Bass.

Todo fue tan rápido que la pobre primogénita ni siquiera tuvo tiempo de preguntarle a su padre la razón de su llegada.

Un día simplemente se levantó y al bajar para recibir el incómodo desayuno de todas las mañanas a partir del nuevo noviazgo, notó que todos en el personal de servicio estaban vueltos locos adornando todo el patio trasero y asegurándose de que cada pequeño detalle estuviera perfecto... bajo el mando de la chillona voz de su próxima madrastra.

Eso fue un golpe bajo.

No porque fuera una hija celosa o porque no quería que su padre avanzara, sino porque siempre fueron "Hydra y Asmodeo". Se contaban todo, se pedían consejos y se ayudaban mutuamente, nunca haciendo algo sin antes decirlo al otro.

Entonces, el hecho de que su padre ni siquiera le dijera que había conocido a una persona nueva o que estaba intentando tener una relación seria con alguien fue como traición.

Misma que claramente valió la confianza que ella tenía en el patriarca.

Y claramente la conversación que tuvo con su madrastra luego de casarse la hizo hundirse más en su miseria.

Sex 24/7 ; Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora