020

3K 122 27
                                    

—Veamos quién aguanta más la respiración.

—Tom, creo que mis pulmones ya no sirven, fumo mucho.

—Yo también, pero es muy conocido si morimos, sólo vamos a flotar.

Su risa instantánea me hizo sonreír en grande.

—¿Y si morimos los dos? —Preguntó—

—Bueno, morimos juntos, después de hacer lo que nos gustaba.

—¿Follar?

—Yo hablaba de divertirnos, pero... si, follar.

Cuando nos propusimos a empezar con el juego que había sugerido no pudimos, ya que la miraba y me daba risa, y a ella le sucedía lo mismo.

—¡Deja de reírte como retrasado mental, Thomas!

—Es que no pu-puedo. —Me reí más—

—¡Te estás desinflando! —Se empezó a reír fuertemente—

—Si no me muero por el mal funcionamiento de mis pulmones, me muero ahogado por la risa.

Luego hice un sonido de impacto.

—Mierda, ¿y si cuando me hunda me gana la risa, y como ya mis pulmones están jodidos, me muero? —Abrí los ojos en grande—

—¡Kaulitz!

—¿Qué? Es que si podría pasar.

—No te vas a morir así, imagínate "Joven muere por reírse mientras jugaba en la piscina de un hotel de sexo", qué jodida vergüenza. 

—Para ti, para mi es el paraíso.

—Pero si yo también lo voy a hacer. —Negó— Quizás muero yo, ay no, no tengo maquillaje.

La miré a los ojos, estallando en risas, encantado por su inocencia.

—¿Por qué te estás poniendo rojo?

Traté de controlar mis risas y cuando lo logré me sinceré.

—Es que me parece ridículo que digas eso cuando eres preciosa, literalmente la persona que va a dejar tu cuerpo listo para enterrarte se va a enamorar de tí.

La punta de su nariz comenzó a pintarse naturalmente de rojo y sus ojos dejaron de mirarme, dejándola en evidencia de su nerviosismo.

—¿Jugaremos o no? —Preguntó—

—Anda, anda.

Hundimos nuestras cabezas y aguantamos la respiración lo que pudimos. Yo me sentía bien, al parecer todavía mis órganos funcionaban bien y no tenía de que preocuparme.

Claro que unos segundos después ya no pude más y tuve qué salir, respirando desesperado por aire.

Al mirar a mi lado, pude ver a Hydra sumergida todavía. Su hermoso cabello rubio desparramado en el agua y sus brazos flotando suavemente.

Luego de un largo tiempo comencé a pensar que era genial lo mucho que aguantaba la respiración, pero al pasar el minuto y ver sus piernas flotar empecé a preocuparme.

—Hydra... —La removí y no respondió— ¡Hydra!

La levanté fácilmente y coloqué su cabeza en mi hombro, viéndola totalmente dormida.

—¡Hydra! Mierda, no, no, no.

Comenzó a darme un fuerte dolor en el pecho que me asustó.

—Hydra, no puedes hacerme esto.

Sex 24/7 ; Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora