6. El viaje desde el andén nueve y tres cuartos.

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Creyeron que regresar con los Dursley sería aterrador. No sé esperaban encontrar a los mellizos Martínez en la puerta de su casa, sonriendo como si hubieran hecho la mayor travesura de sus vidas.

—Hola, hola, hasta que deciden aparecer traidores— murmuró Daemon con una sonrisa.

—Dejalos en paz tarado, los extrañe mucho — dijo Emma, con una sonrisa cariñosa.

—Oh, eh nosotros estábamos…— los mellizos se quedaron sin una excusa que decir.

—Fueron al callejón Diagon, ¿Verdad?— preguntó Daemon.

—¿Cómo es qué-?— respondió Brenda sorprendida.

—Hay que pasar chicos tenemos algo que confesarles.— dijo Emma con una mirada conflictiva.

Al momento de entrar no se sorprendieron de encontrar a los Dursley ahí, se notaba Dudley les tenía miedo, pero lo que más les sorprendió fue como sus tíos miraron a sus amigos y el color de sus rostros se les borró inmediatamente. Subieron las escaleras con todas sus cosas y se sorprendieron cuando entraron al cuarto, todo estaba remodelado, todas las cosas rotas habían desaparecido, siendo reemplazadas por cosas nuevas.

Los mellizos Potter estaban más que sorprendidos por todos los regalos que estaban unos sobre otros.

—¡Feliz cumpleaños¡, atrasado pero culpa nuestra no fue— mencionaron los mellizos Martinez.

—Gracias, gracias, gracias —contestaron los Potter para saltar sobre los Martínez, tumbandose a la cama mientras soltaban carcajadas. Estuvieron media hora agradeciendo los regalos y los Martínez les seguían diciendo que dejaran de hacerlo porque tenían que abrirlos.

Mientras los abrían se dieron cuenta de que había dispositivos electrónicos como: Walkmans, cámaras de película, y consolas de videojuegos, además de ropa nueva y a la moda, también les regalaron libros, música en cd y diversos juegos de mesa.

—¿Cómo es que nos compraron tantas cosas?— preguntó anodada Brenda

—Resulta que ahora tenemos dinero—respondió Daemon como si fuera la cosa más normal del mundo.

—Siempre lo han tenido Dae— agregó Harry.

—Nuestro padre, en realidad no es nuestro padre — mencionó Emma.

—¡¿Qué?!— ahora sí lo mellizos Potter no entendían nada.

—Volde-

—¡Daemon!, sabes que no puedes pronunciar su nombre —dijo Emma.

—Espera ,¿iba a decir Voldemort?— preguntó Brenda.

—Ya ni nos asusta que lo sepan, la verdad es que se supone que quien-ya-tu-sabes nos mató y nuestra familia “paterna*, a excepción de nuestro abuelo, nunca aprobó la relación entre mamá y el señor Shacklebolt así que aprovechando que quien-ya-tu-sabes estaba asesinando a sangre fría, hicieron creer que habíamos muerto.

—Obviamente no lo hicimos, pero por alguna razón mamá no se acordaba de nada—agregó Daemon.

—¿Un hechizo para olvidar?— dijo Harry

—Al parecer, bueno recibimos una carta de hogwarts y debido a que nuestros padres eran muggles recibimos acompañamiento de un guía, pero antes un ministro de la magia tenía que informar a nuestros padres—dijo Emma.

—Ya te imaginarás el desastre cuando nuestro padr- cuando el señor Shacklebolt al ver el parecido y cuántos años teníamos, fue un total lío, para rematar la llave que siempre cuelga del cuello de Emma, era una maldita llave de la bóveda que nuestro abuelo nos había dejado.—agregó Daemon.

𝕃𝕠𝕤 ℙ𝕠𝕥𝕥𝕖𝕣 𝕪 𝕝𝕒 𝕡𝕣𝕠𝕗𝕖𝕤í𝕒 𝕡𝕖𝕣𝕕𝕚𝕕𝕒Where stories live. Discover now