capítulo veintiocho

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CAPÍTULO VEINTIOCHO

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CAPÍTULO VEINTIOCHO.

En cuanto el tren comenzó a disminuir su velocidad, Draco y Adela tomaron sus pertenencias preparándose para bajar. Adela sintió el frío chocar contra su cuerpo al salir del andén, y comenzó a caminar hacia la estación en busca de la salida. El rubio platinado se alejó y fue junto a su séquito de seguidores, no sin antes robarle un casto beso y sonreírle, Adela sólo le sonrió devuelta, sabía que se verían nuevamente después.

La castaña al divisar a Luna se le acercó con la emoción creciente en su interior, y la rodeó en un abrazo en el que le expresó cuánto la había extrañado.

Luna correspondió a su abrazo como podía, y al alejarse del efusivo abrazo, Adela se percató de que su amiga rubia traía una jaula en la que llevaba una lechuza.

—Oh, lo siento, Luna.

Luna le sonrió, mirándola con esos ojos soñadores y saltones de un intenso gris. Adela le pareció que el cabello de Luna había crecido considerablemente desde la última vez que la vio.

Adela sonrió un poco más al notar de que Luna traía su varita detrás de su oreja.

—No te preocupes, me conmueve tu reacción. Te extrañé.

Adela sonrió al escucharla, y juntas se encaminaron hacia los carruajes que los llevarían hacia Hogwarts, aquellos que llevaban a todos los que no pertenecían a primer año.

—¿Has visto a Noemí? —preguntó Adela con curiosidad mientras caminaban, a lo que Luna negó.

—Supongo que se adelantó —respondió, con ese tono soñador que la caracterizaba.

Adela asintió y siguió a Luna, quién comenzó a caminar hacia Harry y Ron, entregándole al susodicho la que parecía ser su lechuza.

—Toma —dijo Luna—. Es una lechuza encantadora, ¿no?

La castaña se percató de que Ron le respondía a Luna con cierta brusquedad, diciéndole que estaba de acuerdo y luego volviendo a centrar su atención en Harry, causando que frunciera el entrecejo sin disimulo.

—Oh... Hola, Adela —dijo Ron al verla, sonriéndole levemente.

Harry miró a la chica en cuestión, impasible.

—Hola, chicos... —saludó Adela, sintiendo que quería encogerse sin saber porqué.

Hermione, quién había entrado con anterioridad a un carruaje, se bajó en cuanto escuchó la voz de Diggory.

—¡Adela! —dijo, acercándose a ella con la intención de abrazarla.

Adela no dudó en corresponder a su abrazo, riendo un poco. Siempre creyó que Hermione era una chica agradable, y pensar que a diferencia de muchos estudiantes la Gryffindor era amable con ella, la conmovía de sobremanera.

Lindos Anteojos, draco malfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora