Capítulo 8

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La declaración recibió toda clase de expresiones. Incredulidad, desconcierto, mezcolanza.

—No puede ser.

—Esta loco.

—Esto es un abuso.

Susurraron algunos, de ninguna manera querían pelear. Lógicamente, temían sufrir daños graves.

Mire desesperado a los nobles. Observaban la práctica serenos, Luk dijo algo a su hermana, ella asintió.

Esto es demasiado.

—Si no vienen, los busco yo.

Tal vez teníamos espadas, cuatro meses de entrenamiento y capacidades fuera de lo normal, pero tales cualidades fueron inútiles.

Una batalla real distaba demasiado de entrenar.

Feuge clamó un bramido bestial, los estudiantes, alarmados, tuvieron que defenderse. Presas del pánico, quisieron hacerle montón, abatirlo en grupo.

El estilo de ese hombre no tenía sentido. Esquivaba los tajos de todos dando medias vueltas, predecía sus tácticas, mantenía un desplazamiento constante, obligándolos a perseguirlo.

Estuvo así mínimo treinta segundos, las espadas era el único sonido audible.

—Ya vi que pueden hacer. —dijo el caballero, al eludir otra hoja y se desató la calamidad.

La maza rasgó el aire y cobró más víctimas, violento, veloz, imparable.

Mujeres, hombres. Cayeron por igual. Vi que Feuge los golpeaba a todos directo al pecho, lo siguiente es que volaban unos metros. Aún con protecciones, me daba miedo imaginar el dolor.  Caían y caían compañeros... Después del golpe, nadie daba señales de levantarse.

—¡Espera! ¡Me rindo! —gritoneo Higa Misora—. ¡Además soy una mujer! ¡No puedes pegarme!

—¿Y qué?

El caballero la golpeó de igual manera.

—¡No te olvides de mí, por favor!

Rogó Obata. Yo no podía creerlo, la valentía le facilitó enfrentar al temible Feuge.

Canalizó peso y fuerza en salvajes estocadas, el caballero las desvío a pesar de la corta distancia.

—¡Infeliz! —Feuge aplastó la espada con su maza y le acertó una patada—. Soltaste el fierro.

Cerré los ojos y escuche el impacto del lucero, al aplastar las protecciones.

—¡Alto! Eres un salvaje.

Uzaki Tina captó su atención. Si alguien podía vencerlo, sería ella. Dotada de incontables talentos, la chica además dominaba el estilo de katana, Kendo.

En esos momentos, brillo como la única salvadora. Una hermosura alta, esbelta de cabellera negra atada en una larga cola de caballo.

—Estamos disputando, molluela. Así es un encuentro de verdad.

—No lo dudo. Pero has ido demasiado lejos, no tienes compasión.

—Cotorreas de más. Ven de una vez.

Atacaron al unísono, ambas movidas chocaron, luego retrocedieron. 

El caballero actuó a la defensiva, en hábiles semicírculos, que cerraron cualquier abertura.

Uzaki entrecerró los ojos frustrada, esperaba hayar una oportunidad de incapacitarlo. Atacó incesantemente, con todas sus fuerzas, y el cansancio la volvió lenta.

KOniTEN: Koko ni Tenkei Tekina Isekai... Daro?Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora