Capítulo 11

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                 NIBBI

Nibbi Lieta Guesclin, primogénita de la principal familia Guesclin, hacía el mismo ritual matutino desde que cumplió siete años.

Primero, lavarse la cara. Al secarla, destapaba un ungüento especial y se lo untaba en el cutis, frente, pómulos y nariz. Lo retiraba pasados diez minutos, luego peinaba su cabello hasta dejarlo liso.

Aplicaba perfume, de olor a tulipanes, en áreas como el cuello, nuca, axilas y pecho. Vestirse era algo que hacía sola, porqué era extremamente pudorosa.

Por último, servía una copa de Viela del Roble, una fuerte bebida alcohólica de sabor amargo, para si misma.

Un sirviente llamó a la puerta, apenas Nibbi probó el alcohol.

—Adelante.

El hombrecillo agachó la cabeza.

—El Varón Carzvurxt la llama a usted y sus hermanos, dama Guesclin.

—Olvídalo. Dejen a mis familiares descansar, con mi presencia bastará.

—Entendido sea.

Habiéndose ido el sirviente, Nibbi agarró un estilete de la mesita de noche, reviso su estado y lo envainó, metiéndose el puñal dentro de la manga del vestido.

...

            CHRISTIAN

Una inesperada llovizna, repiqueteo los cristales de la ventana. El único sonido que evitaba, un absoluto silencio.

Christian tardó lo suyo en regresar, conservó una vana esperanza de mantener el papel de incógnito. Esperanza destruida por el calvo señor, que aguardaba su regreso.

«El Varón Carzvurxt los espera». Dijo, no menos interesado en Tamara que averiguar si hoy volaban cerdos.

«Lo saben», murmuró la chica.

Acompañaron al calvo señor a un despacho pésimamente iluminado, lúgubre, atascado de objetos desgastados y, como aquel sirviente les indicó, Carzvurxt estaba ahí.

Le hacían guardia tres fulanos, Feuge entre ellos, y tres mujeres. Christian conocía a dos. Izol, la hechicera, Nibbi Guesclin, una especie de noble. Esa tercera mujer no le sonaba de nada.

—Dicho ya. Tengo la disposición de oír que tienes para decir, mozuelo. —expresó el varón Carzvurxt.

—Bueno, les voy a hablar derecho señores... Y señoritas.

Nibbi puso los brazos en jarra, la tercera mujer chasqueo la lengua y habló.

—Dale bribón, acabó de volver y quisiera dormir.

Christian la miró, castaña, pecosa a morir y de cejas pobladas, como baja de estatura.

—Mi nombre es Christian Salvado, esta mujer de aquí es mi compañera. Tamara Gutiérrez —Tamara desvío la mirada, mostrándose frívola y él siguió—. Somos soldados o lo éramos, antes de aparecer aquí quién sabe como. Pertenecíamos a un  escuadrón de élite, especializado en misiones de eliminación.

Izol esbozó una sonrisa triunfal, y rozó unos anillos de piedras preciosas.

—Te expresas de maneras confusas, pero entiendo a donde vas. Siéndoles más clara a los presentes, eras un matón, ¿me equivoco?

—Ey, así le podemos decir. Hacíamos de todo, espionaje, infiltración, asesinatos. Nuestro deber era eliminar líderes de cualquier organización, demasiado poderosa o  influyentes figuras corruptas.

KOniTEN: Koko ni Tenkei Tekina Isekai... Daro?Where stories live. Discover now