Capítulo 24: La extracción

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Vonnegut tiene un plan. Es evidente que la inmolación involuntaria de Pedro Bolívar no ha servido de nada, o como mínimo no ha servido para lo que se esperaba. Según las informaciones que nos llegan del presente, o del futuro (según desde donde usted lo mire), Ludwig Li Li Bolívar sigue vivo, y la máquina del tiempo, en efecto, ha sido inventada y funciona. Así que todo apunta a que hemos creado un vértice y ahora vamos a ciegas.

El plan de Vonnegut: llamar al futuro, pedir que envíen un pelotón al vértice y evitar que Bolívar mate a Artur Mas. Según Vonnegut, lo de Bolívar estaba bien pensado; pero matar dos pájaros de un tiro era pecar de ambición. Seguramente, eso provocó el vértice.

Mas, el Mas que ha viajado al pasado y no el que está muerto, intenta comunicarse con nuestro contacto del futuro (o del presente, ya sabe) a través del walkie talkie. La cosa, ahora, es más difícil de lo habitual dado que la señal tiene que saltar de una línea temporal a otra. Después de muchos minutos, la comunicación es posible:

—¡Aquí, Mas! ¡Agencia, responda! ¡Aquí, Mas!

—xxxfffshhh... Oído, Mas. Aquí, Agencia. Xxxfffff... Le escuchamos...

—Vonnegut tiene un plan.

Y les explica el plan. Le responden que tienen que consultarlo. Que volverán a contactar con nosotros en breve. Eso es siete horas después:

—xxxfffshhhh... Agencia. Aquí, Agencia. Mas, responda. xxxxxshhhhfff....

—Aquí, Mas. Le escucho.

—Plan xxxffff...

—¿Cómo?

—xxxxshhhhhfffff...lan... noshhhhh...zado... fhhhh...

—¡Repita, Agencia! ¡No le escucho! ¡Repita, Agencia!

—xxxshhhfffff... enviaxxxxffff...tracción... sssshhhh...

—¡Repita, Agencia!

—shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh... tsk.

Mas se derrumba. Deja caer el walkie talkie. Se apoya en la pared y se desliza hacia el suelo, derrotado, sin vida. Vonnegut, sobre una silla, como un peso muerto. Morrison se mantiene en pie en medio de este sótano, como un perro de presa. El tipo con gafas... ¿Dónde está el tipo con gafas?

—Toc, toc.

Llaman a la puerta.

—Toc, toc, toc.

Y entonces las palabras de La Agencia cobran sentido: “Plan rechazado. Enviamos equipo de extracción”.

Pero, créame, “equipo de extracción” es un eufemismo. Todo el mundo lo sabe. Deberían cambiar esa clave. Así que tengo, no sé, cinco segundos para avisarme a mí mismo de que en este preciso momento voy a morir. Y no se me ocurre nada más que sacar el móvil y enviarme algo. Hago forward del primer mensaje de la bandeja de entrada, adjunto la primera foto que encuentro en la galería, la envío a través de la primera cuenta de correo que me aparece y programo el envío para el primer día que se me ocurre de, no sé, 2012. No sé si funcionará, no sé si lo entenderé; pero no puedo hacer nada más, ni siquiera redactar una palabra. Intente hacer algo coherente cinco segundos antes de morir. Además, nunca me he llevado bien con los teclados de detección labial, no desde que Claudia me partió la boca. Y eso es todo antes de que un fragmento de metralla me atraviese el cerebro. Mi vida acaba con un estruendo y un destello cegador.

No estoy aquí ahora (aka Freaky Life)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora