Capítulo 40: Nada cambia, nada sigue igual

67 2 0
                                    

Hoy es lunes 26 de noviembre de 2012. Son las siete de la mañana del primer día del resto de mi vida. Está oscuro, estoy sudado y las babas se me han quedado pegadas en la cara. En el móvil suena “Arroz Amargo”, de La Buena Vida: "De nada sirve perdurar en este lenta agonía".

Y yo me extraño y me pregunto en qué momento cambié el tono de la alarma. ¿Cuándo, ayer, después de ver muerto a mi amigo Luis Vila, o quizás mientras charlaba con Artur Mas, agarré el móvil y cambié el tono de la alarma? "Mejor será abandonar y dejarlo todo así".

Me hago un café con un quilo de azúcar y enciendo el portátil. Mientras arranca Windows, subo las persianas y dejo entrar en casa un día gris. En el suelo hay botellas de ginebra vacías. "Nada permanecerá. Por favor, renuncia".

Apago la alarma del móvil y enciendo la tele, pero le quito el sonido. La dejo así para que me haga compañía, para comprobar que el mundo sigue ahí. Le echo un ojo a Twitter, Facebook y el resto de mierdas. Consulto las noticias. El tema del día es la victoria de Mas, claro. Datos, cifras, prospecciones de futuro, ucronías, memoria histórica, heridas abiertas. El tema de Rajoy sigue vivo, pero casi todo es agua de borrajas. No encuentro nada sobre Antonio, sólo algunos comentarios en blogs. Parecen rumores, “he oído que”, “no me lo puedo creer”. Algunos lo estimaban. Otros piensan que era un gilipollas.

Abro el correo. Un montón de mensajes de felicitación por lo del artículo de Puche. Publicidad, ofertas del día, nuevos seguidores en Twitter. Cuando estoy a punto de borrar todos los mensajes reparo en uno que de verdad importa. Es de Ana. No tiene asunto. Lo abro, como se abre la primera carta de amor, el primer SMS de amor, el primer whatsapp de amor. Dice:

—Antonio Carril no se ha suicidado. Lo han matado.

Alzo la vista para ofrecer a la cámara un primer plano dramático, pero entonces veo en la tele a Mariano Rajoy, esposado, rodeado por un millar de policías, tipos trajeados, periodistas y gente del montón. Le tiran tomates, huevos, le agarran de los pelos. En la parte inferior de la imagen, sobreimpresionado, leo en un rótulo: MARIANO RAJOY, ACUSADO DE ASESINATO.

No estoy aquí ahora (aka Freaky Life)Where stories live. Discover now