LVII. Punto de inflexión

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Victoria llegó unos minutos más tarde a la estación y compró un ticket rumbo al único sitio donde podría encontrar la mejor respuesta a todos sus cuestionamientos: Milán, Italia.

Se paró a esperar la llegada del tren que la llevaría a su nuevo destino con miles de pensamientos atravesando su cabeza en cuestión de segundos.

Se paró a esperar la llegada del tren que la llevaría a su nuevo destino con miles de pensamientos atravesando su cabeza en cuestión de segundos

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Abordó dubitativa de lo que hacía, pero, en el fondo de su alma, sabía que era lo correcto. Necesitaba desconectarse un momento de la realidad que le había golpeado un par de horas atrás y viajar sola, pensar, tomar decisiones...

Se instaló en el compartimiento, pidió un chocolate y observó por la ventana la belleza de la nieve que cubría la extensa vegetación del camino.

Victoria sacó el libro que había tomado de la estantería del cuarto para leerlo y descubrió que la vida le estaba jugando una pasada interesante, inconscientemente y sin desearlo, se llevó con ella el mismo libro que había sido testigo del inicio ...

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Victoria sacó el libro que había tomado de la estantería del cuarto para leerlo y descubrió que la vida le estaba jugando una pasada interesante, inconscientemente y sin desearlo, se llevó con ella el mismo libro que había sido testigo del inicio de aquella historia tan tumultuosa: El fantasma enamorado de Jonathan Carroll.

Lo miró con nostalgia, pues ese libro no había vuelto a ser leído ni tocado desde la tarde en que lo leyó en aquella cafetería del barrio de México. Lo abrió justo en donde el separador se había colocado años atrás y releyó esas mismas líneas...

"En lo más profundo de toda persona existe un cementerio de viejos amores. Para los escasos afortunados a quienes les gusta el lugar que ocupan en sus vidas y las personas con quienes las comparten, se trata de un lugar prácticamente olvidado, en el que las lápidas están descoloridas y en mal estado, la hierba está sin cortar, y zarzas y flores silvestres crecen por todos lados.

Para otras personas, el lugar es tan majestuoso y está tan ordenado como un cementerio militar, en el que sus numerosas flores están bien regadas y cuidadas, y los caminos de gravilla blanca cuidadosamente rastrillados, lo que indica que es visitado a menudo.

Aunque para la mayoría de nosotros, el cementerio es un batiburrillo, en el que algunas secciones están desatendidas o han sido ignoradas por completo. ¿A quién le preocupan estas piedras o los amores enterrados bajo ellas? Incluso resulta difícil recordar sus nombres. Sin embargo, otras lápidas que están allí sí que son importantes, queramos admitirlo o no, y las visitamos a menudo, en ocasiones con demasiada frecuencia, a decir verdad, pero uno no puede nunca saber cómo se sentirá cuando esa visita termine: a veces, aliviado y otras, apesadumbrado. Es completamente impredecible cómo nos sentiremos cuando volvamos a casa ese día."

InmortalidadWhere stories live. Discover now