XXXVI. Rompiendo las reglas

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–Necesitas calmarte, Victoria –pidió Pablo–. Sin duda es una revelación fuerte y me queda claro que las cosas con Heriberto están tensas, en parte por culpa de la ex esposa, pero no podemos arriesgarnos a que ella se entere de que lo sabemos.

–¿Cómo? –Desconcertada–. ¿Pretendes quedarte callado?

–No, es evidente que no, pero debemos actuar con cuidado –explicó–, esa mujer ahora tiene dinero y poder, gracias a su papel de víctima, si se entera que la vamos a aprehender huirá y será más complejo. Además, necesitamos el testimonio de Heriberto y de Paulina mientras se recuperan por completo, eso no será posible –sentenció.

Victoria comprendió el juego, debían mantenerse en silencio si deseaban proteger la vida de Heriberto y de la niña.

–Está bien, solo tengo una condición a cambio –sentenció.

–¿Qué cosa?

–Que me dejes ser la que destruya a Leonela moral, económica y personalmente –con furia.

–Victoria...

–No te quita nada y, al final, me necesitas también –sonrió.

–Eres el diablo a veces –divertido–, pero está bien, tienes mi palabra de que podrás seguir esto de cerca y lo digo, por dos cosas, la primera, porque me queda claro el amor que tienes por ese hombre con todo lo que has hecho y segunda, porque esa "perra" como tú la llamas, no merece salir triunfal de todo lo que hizo.

–Bueno, siendo ese el caso, estás advertida, Victoria, no te quiero ni un centímetro cerca de Ríos –sentenció Christopher–, no es bueno para su salud.

–Está bien, no me acercaré –mintió.

–Me retiro –señaló Chris saliendo del lugar.

–Algo me dice que no harás caso –señaló Pablo con diversión después de ver partir a Chris.

–Es probable –divertida–, pero no será hoy, no tiene caso, es posible que Chris tenga gente al pendiente de mi intento de acceso, así que esperaré unos días y debo meditar muchas cosas.

–Está bien –señaló Pablo–, pues yo me debo retirar, hay varios oficios que mandar y cosas que gestionar respecto a lo que platicamos –suspiró–, pero te mantendré al día.

–Pablo... ¿podría llevarme a Paulina a Heidelberg si fuera necesario?

Él suspiró. –Bien o mal, eres su tutora legal en este momento, por petición del propio Franco, y está claro que Heriberto está en incapacidad total de hacerse cargo de ella. Así que no me puedo meter, solo avísame si lo haces para que nadie esté en problemas.

–De acuerdo.

Se despidieron y ambos salieron en direcciones diferentes. Victoria llegó al hotel en silencio y se encontró con una escena hermosa, Paulina estaba acostada en la cama con Franco a un lado mirando la tele, pero la pequeña se había quedado dormida por completo.

–¿Qué pasó? –Sonriendo.

–El sol la debió cansar, al igual que el helado –explicó divertido.

–Mejor... sirve que platicamos, vamos a la sala de la habitación, hay algo importante que quiero platicar contigo.

Franco se levantó con cuidado de la cama para no despertar a Paulina y cerró la puerta detrás de él, dirigiéndose a la sala con Victoria.

–¿Qué sucede? –Preocupado.

–No te angusties, te tengo una buena noticia –suspiró–. Heriberto despertó.

InmortalidadWhere stories live. Discover now