LX. La primera Navidad juntos

186 26 13
                                    

*Dos semanas después*

*Cabaña Ríos Bernal*

Todos se habían adaptado favorablemente en ese tiempo a la nueva vida en México. Habían decidido salir muy poco de la casa, únicamente para lo indispensable que fuera relativo al nuevo empleo de Heriberto o para cosas básicas de la casa, pero no se animaban a ir más lejos aún.

Esa mañana, Heriberto despertó más temprano que su esposa, el día anterior había sido lleno de ajetreo por la preparación de la cena navideña y definitivamente, ella estaba exhausta, pues por la noche también se dedicaron a todo menos a dormir.

El doctor se duchó sin hacer demasiado ruido y cuando salió de la ducha no pudo evitar contemplar a su esposa dormir plácidamente.

El doctor se duchó sin hacer demasiado ruido y cuando salió de la ducha no pudo evitar contemplar a su esposa dormir plácidamente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Quién lo diría? Después de tantas desgracias que vivió en esa cabaña, años atrás, ahora era infinitamente feliz con Victoria.

Al contemplar la vista que tenía frente a él, no pudo evitar que un recuerdo amargo se escabullera por su mente.

>>Flashback<<

*Alrededor de cinco años atrás*

Heriberto se terminó de alistar para salir rumbo al hospital cuando Leonela lo interceptó.

–¿A dónde vas tan temprano y tan arreglado? –Desconfiada–. ¿Piensas dejarnos a tu bebé y a mí, solos todo el día? –Manipuladora.

–Leonela no tengo tiempo para otra discusión de las que acostumbras, no pienso dejarlos solos por gusto –fastidiado–, simplemente que mi trabajo requiere atención también y por si se te olvida, eso es lo que nos mantiene.

–Tienes el suficiente dinero para que dejes de trabajar un tiempo y me dediques atención, Heriberto –reprochó.

–¿Atención?, ¿de verdad me estás pidiendo que te dé atención, Leonela? –Incrédulo–, ¿no te fue suficiente con el matrimonio falso producto de un bebé forzado de tu parte? –Asqueado–. Estoy harto de fingir que estoy feliz con todo esto.

Leonela lo miró sorprendida. En todos esos meses, Heriberto había fingido que estaba contento con el matrimonio y era la primera vez que se dejaba ver en sus verdaderos sentimientos.

–¡Vaya! Te duro poco el teatro, ¿verdad? –Cambiando el tono y acercándose en una actitud altanera–. Ya decía yo que no era normal tu comportamiento, querido.

 Ya decía yo que no era normal tu comportamiento, querido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
InmortalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora