Capítulo 9.

3.2K 213 27
                                    

Jade

Salgo con Alex de su casa para ir directos a mi auto. Él se encarga de la música.

—¿Cómo estás? Y no quiero que me mientas, enana.

—Estoy mejor que ayer. No tenéis que preocuparos por eso. Todo pasa, Alexito, así que...

Me encojo de hombros, restándole importancia al tema. Miro a mi amigo sin saber a donde ir.

—Vamos a Bonnie's y tomamos algo.

Asiento y conduzco hasta llegar a nuestro destino. Algunas personas se nos quedan mirando cuando bajamos, ya deben saber que Alfa me rechazó. No es algo que me importe que sepan, por eso las miradas no me intimidan.

—Ya lo saben todos — me habla con cuidado — si quieres, podemos pedir a domicilio, Jade.

¿Por qué? Yo quiero tomar algo y si la gente habla, lo va a hacer si estoy en el lugar o no, así que mejor estar presente. Para mi mala suerte, Sara está con su grupito de amigas.

—Miren quien llegó. La Luna rechazada — alza la voz mientras se ríen y los demás las miran mal.

No entiendo que ganan con esos comportamientos. La gente se pregunta lo mismo y susurran cosas sobre el castigo que la Diosa Luna le dará. Y tienen razón, Diosa Luna siempre devuelve todo, pero si Sara quiere reírse de mi, yo le diré algunas palabras.

—¿Te cuento algo, Sara? — me mira con una ceja alzada y en su mirada solo veo veneno.

—¿Qué podrías decirme tú que me interese? Eres una inútil — sus amigas sueltan a reír.

La miro con diversión, sabiendo que la sonrisa se le va a borrar con unas palabras.

—Mi hermano encontró a su mate, mi mejor amiga, Aleska. Justo ahora está con sus suegros — le digo despreocupada y se le borra la sonrisa a la misma vez que se vuelve pálida.

Entrelazo mi brazo con el de Alex y caminamos hasta una de las mesas vacías.

—Está loca. No se como la podéis aguantar.

Llega Marie, una niña de nuestra edad a tomar nota. Siempre es ella quien nos atiende.

—Bienvenidos a Bonnie's, ¿qué desean tomar?

—Yo quiero un batido de chocolate y un trozo de tarta del mismo sabor — le pido y ella me sonríe.

—Yo un creep con Nutella y un batido de fresa — le pide Alex mirándola fijamente y noto como ella se sonroja un poco.

—En unos minutos se los traigo.

—Muchas gracias — decimos a la vez.

Me quedo mirando a Alex y él alza una ceja con los brazos cruzados.

—¿Te gusta? — sonríe y asiente — inténtalo. No dejes pasar una oportunidad, alomejor os lleváis bien.

Seguimos hablando hasta que nos traen nuestro pedido.

—Mmmm, esto está riquísimo, de verdad — solo me queda un trocito y Alex sonríe.

—Mi creep está más bueno.

—Oye, mañana no hay clases. ¿Vas al entrenamiento?

—Sí. Aleska también quiere ir — responde antes de terminar su batido.

—Entonces allí nos veremos.

Hace días que no entreno y tengo que hacerlo para no quedarme atrás.

—¿Estarás bien viendo al Alfa? Es reciente, Jade.

—Sí, lo estaré. No puedo dejar de hacer mi vida por su rechazo, tengo que seguir adelante — dejo de hablar para terminar el trocito que me queda.

Él solo me mira analizando mis palabras para poder encontrar algo, pero solo encontrará la verdad. Aunque me duela, debo seguir, puede que sea sensible e ingenua, sin embargo, también soy orgullosa y capaz de todo. Lo saqué de mi hermosa madre.

—Vamos, yo invito.

—Gracias — le lanzo un beso y se ríe — este fin de semana te hago un tarta.

—Lo has dicho, tienes que cumplir — me señala con su dedo y asiento.

Marie viene a por la cuenta y sus mejillas se vuelven de un tono rosado cuando Alex le habla.

—¿Me dejas en la casa de Joel?

—Claro, ¿quién te lleva luego?

Conduzco hasta la casa de su amigo cuando me dice que Joel lo acerca más tarde. A los quince minutos llegamos y se baja después de dejar un beso en mi frente.

—Mañana nos vemos, enana. Ten cuidado y gracias.

—Mañana nos vemos.

Son las ocho cuando llego a casa. Andreus no está por ninguna parte y nana está leyendo en el porche trasero. La abrazo cuando llego a su lado y le informo que no voy a cenar.

En cuanto entro a mi habitación, suelto las llaves y me quito los zapatos para ir al baño, donde pongo a llevar la bañera. Me hago un moño y agarro una bomba de baño junto a unas sales con olor a lavanda. Me encantan los baños largos donde puedo relajarme sin ninguna preocupación.

Preparo la ropa para mañana, que consiste en un conjunto lila y vuelvo al baño para cerrar el grifo. El agua está súper calentita, justo como me gusta. No salgo hasta que el agua está fría, me envuelvo en una toalla y me seco para ponerme mi ropa interior, que consiste en unas braguitas simples ya que no me gusta dormir con ropa.

Al día siguiente cuando me levanto, me visto y me hago una trenza en el cabello para que no me estorbe. Veo a Andreus en la cocina cuando bajo.

—Buenos días, pequeña.

—Buenos días, Shrek — rueda los ojos y le sonrío.

—Veo que vas al entrenamiento, creía que ibas a tomarte el día libre.

—No, tengo que seguir entrenando para no perder la costumbre — respondo y niega con la cabeza.

—Pues entonces desayuna y te veo allí — se levanta y deja un beso en mi cabeza antes de irse.

Nana desayuna conmigo y lo hacemos tranquila, disfrutando de mis tostadas y mi zumo frío. Me gusta mucho la comida. No estoy delgada como las modelos, pero tampoco me puedo considerar una chica curvy. Estoy llenita de algunos lados.

Nana me saca de casa cuando intento ayudarla, diciendo que se me va a hacer tarde.

Conduzco y salgo para la zona de entrenamiento que está a unos veinte minutos de casa. Al llegar veo que hay mucha más gente que hace
unas semanas. Lo primero que veo son a los más pequeños escuchando a los mayores que están explicando lo más básico. Luego paso a los demás, donde los adolescentes y adultos entrenan por igual.

Dejo a mi bebé bien aparcado y cuando bajo, lo primero que veo es a Kenzo. Su aroma llega y mi loba aulla.

—Cálmate, Frodi. Sé que es duro, pero tenemos que hacerlo.

—Lo necesito — lloriquea mi lobita.

—Lo siento mucho, yo también.

Camino buscando a mis mellizos y los veo justo al lado de Kenzo. Diosa... está sin camisa y mi hermano está a su lado. Aún no le he preguntado cómo quedaron las cosas con los padres de Aleska.

Doy los buenos días al llegar a sus puestos y Alfa me mira como si me odiara.

—¿Qué le hemos echo? — llora Frodi.

—No le hemos echo nada, Afrodita. Él es un cobarde que no nos dice cual es su problema.

Corto el link cuando ellos responden. Todos menos Kenzo. Genial, tampoco me interesa oírlo.

—A entrenar. ¡Ahora! — gruñe con rabia y nos alejamos.

Me toca pelear cuerpo a cuerpo con Alexander. Él me mira con burla, se cree que me va a derribar a los segundos y no.

No te lo voy a poner fácil, Alexito.

Mi LunaWhere stories live. Discover now