𝐌𝐂𝐒𝐌 (𝐅𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜) - 𝐒𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐲 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬.

【01】𝐄𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬 𝐲 𝐌𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨𝐬.

El bosque se cernía sobre nosotros, un lienzo de hojas susurrantes y sombras que danzaban en la penumbra. Bajo la luna, Petra y yo nos encontrábamos en medio de la naturaleza, rodeados por la calidez de una fogata que iluminaba nuestros rostros y proyectaba sombras danzarinas sobre la corteza de los árboles.

La casa del árbol, un refugio improvisado entre las ramas, nos acogía con la promesa de una noche tranquila. Sin embargo, mis pensamientos, como luciérnagas inquietas, se negaban a reposar. En un instante de silencio, cuando la chispa de la hoguera titilaba en sus últimos momentos, decidí levantarme.

A lo lejos, el bosque parecía respirar en sincronía con mis pensamientos. Me dirigí al suelo, sintiendo la hierba fresca bajo mis manos mientras buscaba en mi bolsillo un objeto peculiar que había aparecido entre mis pertenencias hacía unos días: un broche para el cabello rectangular y amarillo.

Lo sostuve entre mis dedos, dejando que la luz de la luna revelara sus detalles. Un objeto sencillo pero misterioso, que se aferraba a mi conciencia como una pregunta sin respuesta. ¿De quién era? ¿Cómo llegó hasta mí? Preguntas que resuenan como ecos de una memoria olvidada.

La hoguera parpadeó, y mis pensamientos se enredaron en la oscuridad. ¿Acaso era un recuerdo perdido, una conexión con alguien a quien había salvado o conocido en el pasado? La verdad se desvanecía entre las sombras de la noche, y mi mente se convertía en un laberinto de posibilidades.

En un suspiro resignado, me levanté y caminé de regreso hacia la casa del árbol, pero antes de llegar, sentí la mirada intensa de Petra siguiéndome. Su despertar no había pasado desapercibido, y su presencia se volvió un faro en la oscuridad de mis pensamientos.

— Jesse, ¿qué te inquieta? —preguntó Petra con voz suave, pero llena de preocupación.

Me quedé en silencio por un momento, mirando las estrellas que titilaban en el firmamento como destellos de incertidumbre.

— ¿Recuerdas este broche? —pregunté, sosteniéndolo en mi mano extendida.

Petra frunció el ceño, y sus ojos verdes se posaron en el objeto. La chispa de la hoguera iluminó su rostro mientras lo observaba detenidamente.

— No lo sé, Jesse. ¿De quién podría ser?

La duda flotaba en sus palabras, como si su mente luchara contra una barrera de olvido. Con un gesto inseguro, le lancé el broche. Lo tomó en el aire, examinándolo con detenimiento, pero la respuesta no se reflejaba en sus ojos.

— No puedo recordar a quién pertenece, pero algo en este broche me resulta extrañamente familiar —murmuró Petra, con la mirada perdida en el reflejo de la hoguera.

La confianza entre nosotros permitía compartir incluso los misterios más profundos. Aunque la respuesta se deslizaba entre nuestras manos como la arena de un reloj de tiempo, la complicidad entre Petra y yo era un vínculo inquebrantable.

— Sea lo que sea, lo descubriremos juntos, Petra —afirmé, y con esas palabras, regresamos a nuestra casa del árbol, envueltos en el manto de la noche y la promesa de que, al amanecer, nuevos destinos y secretos se revelarían en el horizonte de nuestras vidas.

La devolución del broche marcó el final de la breve inmersión en el misterio, pero las sombras de un recuerdo no pronunciado seguían danzando en el aire. Lo guardé con cuidado en el bolsillo de mi pantalón de mezclilla, como si aquella pequeña pieza rectangular contuviera una parte de un rompecabezas que aún no lográbamos ensamblar.

El silencio entre Petra y yo se volvió un eco de pensamientos entrelazados, como si nuestras mentes estuvieran conectadas por hilos invisibles que se resistían a desenredarse. El bosque, testigo de nuestro diálogo silencioso, parecía retener susurros de secretos que se negaban a ser revelados.