【𝟢𝟤】𝐒𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫.

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Despertamos con el murmullo suave de la naturaleza y un cielo que se vestía con los tonos cálidos del amanecer. Petra y yo compartimos una sonrisa que marcó el inicio de un nuevo día, un día lleno de promesas y aventuras. Nos deseamos mutuamente un buen día, y entre risas, nos preparamos para emprender nuestro viaje hacia el sur, hacia el próximo destino que nos aguardaba.

Mientras el aroma del desayuno se mezclaba con la brisa matutina, nuestras risas llenaban el aire. La fogata ardía con la promesa de un desayuno delicioso, pero algo en mí se sentía diferente. Mis manos, casi de forma inconsciente, buscaron en los bolsillos de mi pantalón, y ahí, entre los pliegues de la tela, encontré algo inesperado: un broche de cabello rectangular, amarillo y sólido al tacto.

Lo sostuve como si estuviera descubriendo su existencia por primera vez. La extraña sensación de déjà vu se apoderó de mí, y Petra, al notar mi sorpresa, me miró con curiosidad.

— ¿De quién será este broche? —preguntó Petra, rompiendo el silencio cómodo que se había instalado entre nosotros.

Miré el broche como si contuviera respuestas en su diseño. La incertidumbre se reflejaba en mi expresión.

— No tengo idea. Estaba en mis bolsillos. —respondí, aún sosteniendo el objeto en mis manos.

El broche amarillo se convirtió en el foco de nuestra atención, una pequeña pieza de metal que parecía cargar consigo secretos ocultos. Entre ambos, la sombra de la conversación nocturna sobre este objeto parecía querer emerger, pero se resistía.

— ¿No recuerdas nada sobre cómo llegó ahí? —preguntó Petra, intrigada.

Negué con la cabeza, sintiendo que ese pequeño objeto era un enigma que se resistía a ser descifrado. La quietud del momento quedó suspendida entre nosotros, como si el broche amarillo fuera un portal a recuerdos que se negaban a salir.

— Es extraño, ¿verdad? —murmuré, sintiendo que había algo más detrás de ese pequeño objeto.

Petra asintió, compartiendo mi sensación de intriga. Ambos nos sumimos en nuestros pensamientos, y por un instante, parecía que el hilo de la conversación nocturna podría tejerse de nuevo. Sin embargo, el destino tenía otros planes, y la pregunta sobre el broche quedó suspendida en el aire, lista para ser explorada en otro momento.

La mañana avanzó con risas, conversaciones amenas y la promesa de un día lleno de nuevas aventuras. El broche amarillo, por ahora, permanecía como un enigma sin resolver, pero con el tiempo, quizás revelaría su verdadero significado.

Continuamos nuestro viaje, dejando atrás el campamento en el que compartimos risas y secretos de la noche. La mañana nos recibió con la frescura del bosque y el canto de las aves que nos escoltaban en nuestro camino. Desayunamos dos pescados que habíamos pescado, y con el estómago lleno, nos adentramos en el denso bosque que se extendía ante nosotros.

El sendero se volvía cada vez más estrecho a medida que avanzábamos, y los árboles se cerraban sobre nosotros, formando un dosel verde que apenas dejaba pasar la luz del sol. Era un escenario que imponía respeto, pero la compañía de Petra hacía que cada paso fuera más ligero y llevadero.

Sin embargo, la sombra del broche amarillo persistía, y mientras caminábamos, la inquietud se apoderaba de nuestros pensamientos. Intentábamos recordar, conectarnos con ese pequeño objeto, pero nuestras mentes parecían ser terrenos resbaladizos que se negaban a retener la información.

— ¡Al diablo con esto!

Entre pasos y murmullos de la naturaleza, Petra tomó la decisión de lanzar el broche al suelo. Lo vi caer en cámara lenta, como si el objeto llevara consigo una carga de misterio que se liberaba al chocar con la tierra. El sonido del metal contra el suelo resonó en el silencio del bosque, y por un momento, la sorpresa en mi rostro se transformó en determinación cuando sentí el fuerte impulso de recoger el broche.

Iba a retroceder para recojer aquel accesorio para cabello tan misterioso e intrigante cuando Petra me sujeto con fuerza del brazo impidiendome seguir.

— Jesse, ¿por qué tanto misterio con ese broche? ¿No crees que deberíamos dejarlo aquí y seguir adelante? No tiene sentido llevarlo si niquiera sabemos de quién es ni cómo llego a tus bolsillos.

Sus palabras resonaron con lógica, pero algo dentro de mí se resistía a dejar atrás el broche. Sentía como si ese pequeño objeto estuviera conectado a mí de alguna manera, y la idea de abandonarlo me resultaba insoportable. Ignorando la firmeza de Petra, intenté liberar mi brazo y alcanzar el broche.

— ¿¡Por qué tanta le das tanta importancia a ese broche!?

El intento desencadenó un forcejeo involuntario entre nosotros. Petra, visiblemente molesta, preguntó con enfado la razón de mi obstinación por un simple broche. Mi respuesta, pronunciada con un tono más fuerte de lo que pretendía, sorprendió a ambos.

— ¡Porque es de Jessica!

— ¿¡Y quién diablos es Jessica!?

Petra, desconcertada, preguntó quién era Jessica. La tensión en el aire se volvió palpable, y en un instante de sinceridad involuntaria, sin pensar, respondí:

— ¡Es mi hermana!

Un silencio sepulcral se apoderó de nosotros mientras procesábamos lo que acababa de salir de mi boca. Petra me miró con incredulidad y confusión mientras sin soltar mi brazo dejaba de sujetarlo con fuerza.

— Jesse, tú no tienes hermana... —dijo Petra, cuestionando la veracidad de mis palabras.

Las palabras resonaron en mi cabeza, y la realidad de lo que había dicho se hundió en mí como una losa. No, yo no tenía una hermana. Mi familia eran mis amigos, la Orden de la Piedra. Pero, de alguna manera, aquellas palabras habían salido de mi boca como si estuviera pronunciando una verdad oculta. La confusión y el desconcierto se reflejaban en nuestros rostros mientras intentábamos entender el misterio que envolvía al broche y a la enigmática "Jessica".

Petra finalmente soltó mi brazo, y ambos nos quedamos en silencio, observando el broche amarillo que ahora reposaba en el suelo. La atmósfera entre nosotros era tensa, como si estuviéramos al borde de desvelar secretos enterrados en lo más profundo de nuestra memoria.

— No entiendo, Jesse. ¿Quién es Jessica? ¿Y por qué dijiste que es tu hermana? —preguntó Petra, con una mezcla de curiosidad y desconcierto.

Jesse, con la mente llena de preguntas y sin respuestas claras, pasó la mano por su cabeza en un intento de aclarar sus pensamientos. Respiró profundamente, tratando de calmar la confusión que se había apoderado de él. Aquella revelación inesperada sobre una supuesta hermana llamada Jessica era un rompecabezas que no lograba armar.

— No sé... —murmuré, respondiendo a la pregunta de Petra con una expresión de desconcierto.

Bajé la cabeza, sintiendo una extraña mezcla de vergüenza y desconcierto. Algo no estaba bien, y lo sabía. No era normal encontrar un broche misterioso de la nada y mucho menos proclamar que pertenecía a una hermana que nunca existió en mi vida.

Petra, visiblemente preocupada por mi reacción, no insistió más en el tema. Silenciosamente, me dirigí hacia el broche que yacía en el suelo, lo recogí con determinación y lo limpié de la tierra que había acumulado tras ser arrojado.

— Lo siento, Jesse. No sé qué me pasó —se disculpó Petra, notando mi incomodidad.

Asentí comprensivamente, sin culparla por su reacción. Ambos compartíamos la perplejidad ante aquel misterioso giro de los acontecimientos. Sin decir una palabra, Petra y yo nos sumergimos en una especie de acuerdo tácito. La idea de regresar a Ciudad Faro se apoderó de nuestras mentes. Necesitábamos respuestas, y la única certeza era que algo extraordinario estaba ocurriendo.

— Volvamos a Ciudad Faro —propuse finalmente, con determinación.

Petra asintió, y juntos emprendimos el camino de regreso, con el broche ahora cuidadosamente guardado como un enigma más en nuestra búsqueda de respuestas. La tranquilidad del bosque se tornó en un eco silencioso de las preguntas no resueltas que nos acompañaban en el viaje de vuelta.

𝐌𝐂𝐒𝐌 (𝐅𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜) -  𝐒𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚𝐬 𝐲 𝐑𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐨𝐬.Where stories live. Discover now