Cuarenta

885 123 19
                                    

Me estremezco cuando agarra mi trasero y me levanta, luego me arroja suavemente sobre la cama como si no pesara nada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Me estremezco cuando agarra mi trasero y me levanta, luego me arroja suavemente sobre la cama como si no pesara nada.

Aterrizo con un pequeño rebote en el colchón, apoyando mis manos en él para no caerme, con las rodillas dobladas.

Él se para a los pies de la cama, su mirada solo para mí, y yo me coloco en una pose más provocativa, apretando mis rodillas antes de separarlas lentamente.

Su mirada se calienta mientras mira fijamente, y puedo sentir mis bragas humedecerse más y más cuanto más mira.

—Eres un omega malo —murmura. —Sabía que podía sacarlo de ti.

Abro las piernas tanto como puedo, con los pies plantados firmemente en la cama.

—¿Te gusta?

—Me encanta. —Su mirada se vuelve encantadora. —Desliza tu mano sobre tus bragas.

El asombro me atraviesa.

—¿En serio? —El asiente.

—Muéstrame lo que te gusta.

—Pero no podrás ver dónde me estoy tocando. —Ni siquiera puedo creer que dije eso.

O que estoy contemplando realmente hacerlo.

—Me gusta la idea de verte tocarte, tu mano ocupada debajo de las bragas. Y puedo ver, la tela es transparente.

Vaya.

Es cierto.

Tomando una respiración profunda, descanso mi mano contra mi estómago, justo encima en la parte superior de mi miembro.

Trazo la delgada banda con mi dedo índice, deslizándola para abajo, mi miembro rebota sobre mi estómago al ser liberado.

La forma en que me mira, la forma en que juego conmigo mismo, ya hace que mi respiración se acelere.

Mi corazón bombeando más fuerte.

—Hazlo, Jimin, tócate. —exige, y mis dedos se deslizan por mi pene, deslizándose más abajo hasta llegar a mi entrada.

Profundizando, hasta rozarla.

Siseo en un respiro, cerrando los ojos.

—Mírame. —dice, y abro los ojos una vez más, cautivado por él. —Empieza a acariciarte.

Hago lo que dice, deslizando los dedos alrededor de mi entrada, suave y lentamente, recogiendo toda la humedad de mi lubricante.

—¿Te estás follando con los dedos? —pregunta, su voz áspera.

—Realmente no.

—¿Quieres hacerlo?

—Preferiría que fueran tus dedos —admito, la necesidad de ser sincero supera cualquier vergüenza que pueda sentir al hacer la confesión.

A Millon Kisses in Your LifetimeWhere stories live. Discover now