Capitulo 4. Paella de camarones

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Al siguiente día Sanji es el primero en despertar, sin embargo, por primera vez el sol salió antes que el cocinero. El barco se movía muy suave, víctima de las pequeñas olas que llegaban al puerto. Todo estaba muy tranquilo y los pequeños rayos del sol que se colaban por las fisuras, aseguraban un muy buen clima.

-Llegaran mañana.

Dice Sanji para si, pues por primera vez se sentía libre de cualquier tarea.

Pero aún había un estómago al cual debía dar de comer. Es en ese momento que Sanji cae en cuenta que su cintura es aprisionada por un robusto brazo, es cuando cae en cuenta de su desnudez y toda valentía del acto pasional se esfuma, dejando solo la vergüenza.

Sanji se levanta de un salto y toma su bata del suelo, se envuelve con esta en medio de tropiezos y ve todo el desastre.

La manta donde dormían estaba arrugada y con manchas. Había un frasco a medio abrir y unos plásticos que.....

El rubio lleva su mano a su cabello, sentía mucha pena, pero a la vez se sentía tranquilo, no imagino que Zoro pasará toda una tarde buscando aquellas cosas que hicieron el acto más cómodo y no tan doloroso. Había leído muchas veces que las primeras veces eran un caos. Para su suerte (no tanta) Zoro tenía experiencia, el cocinero lo sabía, era evidente, más eso no le causaba incomodidad alguna, después de todo, era un pirata y sabía la clase de vida que llevaban aquellos bandidos del mar. Además, no debía por qué darle valor al pasado, no cuando Zoro le dijo en voz alta y clara; "desde hoy te tomo como esposo y tu me tomas como el tuyo" .

No habia por qué darle vueltas a un pasado al cual el no figuraba.

-Vuelve a dormir -dice el espadachín entre sueños al notar que el cocinero no estaba entre sus brazos.

-Yo debo bañarme y preparar el desayuno.

Dice ya más tranquilo y calzando sus zapatos.

Zoro no está de acuerdo con ese plan, entre bostezos se sienta y ve el desastre. Fue tal vez un bruto, pero al ver a Sanji de pie como si nada, podía ver que no tanto. Aunque la verdad era que el cuerpo de Sanji no era normal, su capacidad de sanación era inhumana.

-Yo limpiare el cuarto- dice Zoro buscando su ropa a tientas.

-Gracias.

Y Sanji sale del cuarto directo al baño.

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El desayuno es tranquilo, Sanji no necesita preparar comida para cien personas ( que es lo equivalente a lo que solo come su capitán), solo con unos panqueques y unos onigiris es suficiente.

Nadie dice nada, aunque las palabras salen sobrando, se sienten cómodos el uno con el otro.

No podían decir que había amor, pero al menos tenían las cosas claras y había un respeto mutuo.

-Quiero un combate, solo los dos.

Dice Zoro al terminar su desayuno y hace ademan de que lo espera a fuera.

Cómo ambos tenían la responsabilidad de cuidar el Sunny no se alejan mucho y se quedan a la orilla del mar, el lugar estaba desierto y era amplio. Un lugar perfecto.

Sanji un poco nervioso saca un cigarrillo y lo prende, nunca le gusto pelear, ya que siempre lo tomaban como un saco de boxeo. Solo tuvo algunos enfrentamientos justos con los soldados de Germa, así que no era una actividad que le generara emoción.

-Dame todo lo que tengas - Zoro desenvaina solo dos espadas y se pone en posición de guardia.

El cocinero con un calada a su cigarrillo acepta el reto, sabe que Zoro no se moverá, ya que está en posición de defensa, así que el debía ser el primero en atacar.

Con una rapidez inhumana Sanji queda frente a el listo para soltar una patada. Zoro no se espera eso y por milisegundos logra ejercer fuerza sobre sus katanas y retiene el golpe.

Sanji no iba con juegos, esa patada fue directo a matar, claro, si su rival fuera un novato. La vibración del metal saca un exclamo de sorpresa, pero logra reponerse y libera ambas katanas.

Sanji es empujado y con elegancia se levanta dispuesto a dar otro golpe.

Y así lo hace, patada tras patada, que Zoro por un momento baja la guardia.

Pero no se quedaría de brazos cruzados, el también quería atacar, así que le lanza varios ataques con el filo de sus katanas, uno llega a rozarle al cocinero y una manga del saco queda  rota.

Sanji se enoja por aquello. Odiaba que arruinaran su ropa, así que usando su Haki en sus pies, se impulsa al cielo y camina para quedar a una altura considerable.

Al estar lo suficientemente alto, hace un giro para  dar de lleno una patada.

En ese momento Zoro decide sacar su tercera espada y esperar por el impacto.

El choque de ambas fuerzas ocasiona una onda que mueve incluso el mar, por lo que el Sunny se ajita y las palmeras cercanas se tuercen.

El poder de ambos era impresionante y Zoro solo sonríe con suficiencia. Había tomado una buena elección y Judge era un idiota por considerar a ese hijo un fracaso.

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Al atardecer Sanji prepara la cena, no se sentía cansado después de pasar horas luchando contra el espadachin, al contrario, se sentía increíble, nunca imagino que podría pelear en completa sincronia con alguien más.

Así que después del entrenamiento Zoro se fue a dormir y Sanji decidio estar en la cocina, ya que ese era el sitio del Sunny que más le gustaba.

Además quería ordenar los ingredientes y preparar un menú para los siguientes días.

Muchos pensarían que cocinar es una tarea fácil, pero era una gran responsabilidad, el cocinero siempre debía distribuir los alimentos de manera eficiente, más si se estaba en un barco con peligro de no pisar isla pronto. Era su responsabilidad siempre alimentar a sus comensales. Además de crear menús que fueran del agrado de todos.

Sanji con su gran experiencia podía saber fácilmente que le gustaba y que no le gustaba a cada uno de los tripulantes, cuales eran las porciones adecuadas. Por ejemplo luffy comía lo de 100, eso era un hecho, por eso la comida no rendía lo normal, mientras Robin comía estrictamente una ración, Franky comía tres, Chopper era de porciones más pequeñas, pero para los postres podía servirse dos, Usopp dependía, en ocasiones con una bastaba, pero siempre había espacio para otra, más si la comida era de su agrado, Nami también solo comía una, pero siempre lo hacía de manera lenta y pausada. Zoro era el de los gustos más sencillos, con decir que su comida favorita era el arroz y el sake, al inicio Sanji se sintió ofendido que el gusto de su esposo fuera tan insípido, para un cocinero solo cocinar arroz era un tortura. Brook era de gustos extraños, o gustos de la edad, no había otra manera de descifrarlo, la avena y las croquetas de pollo eran sus favoritas. Aunque Sanji no sabe como un ser de puros huesos puede digerir la comida y tampoco era lo suficiente grosero para preguntarlo, sabía bien que el músico era sensible a esos temas.

En fin, aunque si alguien le preguntara a Sanji sobre sus gustos diría que la comida a base de ingredientes de mar era su favorita. Sin embargo, su alimentación era muy descuidada. Al estar acostumbrado a trabajar en un restaurante, pocas veces podía sentarse a comer como un comensal cualquiera, con su familia era un experiencia peor, ya que debía comer lo más rápido para salir corriendo y no ver cómo sus hermanos insultaban o lastimaban a las personas de servicio. En una celda la comida perdía su elegancia y los sabores se veían opacados por el olor a viejo y el polvo.

Ante esa aglomeracion de pensamientos y recuerdos Sanji suspira. Ahora que lo piensa, solo una vez comió como una persona decente y fue cuando Zeff le invito a sentarse a su lado para probar una receta que el preparo. Fue una linda experiencia, solo el y su padre adoptivo disfrutando una comida.

-Tal vez....- dice Sanji colocando una etiqueta a un frasco de pimientas. Ya había terminado por ese día, así que podía irse a dormir.

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-Saturno55

Entre espadas y cuchillos Where stories live. Discover now