Capítulo 30

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Nuevo capítulo y tardé tanto porque fue duro escribirlo...

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Cuando entró en la tienda que compartía con los lideres de la sección de Barnell, Barnell estaba ahí sentado con la mandíbula apretada viéndolos con sorna y todos lo voltearon a ver con tensión, claro que lo esperaban.

—¿Dónde estabas? —inquirió Nycante con tono peligroso antes de que Barnell pudiera preguntar lo mismo.

—Tiene una nueva orden, capitán. —dijo, pasando a un lado de Nyca, entregándole un trozo de papel con la letra de Damak y su firma.

Barnell se lo arrancó de las manos y leyó, frunció el ceño un momento y su rostro se suavizó un poco, luego apretó los labios y dijo en un susurro mientras salía: —Ve a prepararte, tengo que avisar a Menrec.

— ¿Qué está pasando? —inquirió Irisa.

— ¿Qué pasó con el plan? —inquirió Jasan en un susurro.

—De la primera sección, solo yo iré. —soltó encaminandose al area de camas para tomar sus armas, tratando de ignorar sus reacciones, pero Liriam lo tomó del brazo con fuerza deteniendolo.

Sabía que no lo iban a dejar ir tan fácil pero no tenía tiempo para eso. Asisen y Niya no tenían tiempo.

—¿Estás loco? —preguntó ella con una mirada preocupada.

—Si fallamos entonces solo Niya, Asisen y yo habremos caído —explicó soltandose del agarre de la hembra y evitando verla a sus furiosos ojos—. No hay necesidad de arriesgar a toda la sección.

 —¡Daemetrik! —lo llamó Vera y era la primera vez que sonaba tan enojada, decidió ignorarla a pesar de nunca lo hacía. Normalmente escuchaba a Vera, era la voz de la razón.

—¡Ese tipo de decisión no te corresponde! —gritó Rasnel tratando de seguirlo y él ya estaba harto cuando se volteó para hacerles frente a todos ellos.

—¡Estoy tratando de mantenerlos con vida! —exclamó perdiendo la calma.

Esas palabras hicieron que Rasnel y Vera se detuvieran un momento, él tomó esa oportunidad para seguir su camino atravesando las solapas hacia las camas en el suelo sintiendo en su nuca una mirada más ardiente que las otras.

Tomó su espada, dagas y protecciones de brazos y hombros, ató todos en su lugar con rapidez, tenía practica haciendolo así que mientras lo hacía su mente divagó perdiendose y al mismo tiempo concentrandose en lo que vendría.

—¿Qué carajos hiciste? —preguntó la voz de Nycante tras él, no iba adarse la vuelta.

—No voy a ponerlos en riesgo. Si muero...

—Si mueres... —soltó ella con un tono ironico rozando la locura mientras lo tomaba del hombro y quedaban frente a frente, su rostro estaba tenso— ¿No te das cuenta de lo que eso nos haría? ¿¡De lo que para mí significaría que tú...? ¡Si tú murieras yo...!

—¡¿Y qué hay de mí?! —la interumpió algo alterado— ¿¡Qué crees que sentiría yo si algo te pasara?! ¡¿O si algo le pasara a ellos?!

—¿Y la solución es dar tu vida por el resto? —se quejó ella con molestia.

—Si es para mantener a los que amo con vida, entonces sí.

Nycante tomó unos segundos de silencio y entonces preguntó: —¿Yo estaba en la lista? ¿Yo debía ir con ese grupo?

—No... No lo sé. — admitió al final y eso sonó a duda.

—Yo debía ir en ese grupo ¿No es cierto?

El Guerrero del Norte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora