Capítulo 13.

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Sashi caminaba con lentitud los jardines de la mansión de los duques de Lancaster en Londres, su destino final era el cenador decorado con rosas en el que su tía Marygold solía pasar largas horas. Llevaba el vestido ciruela con el que abandonó la casa de Samir, además habia añadido el sombrerito a juego con el mismo para poder salir y protegerse del sol sin necesidad de una sombrilla. Ella ni siquiera sospecha que su calmada caminata era presenciada por dos damas desde una de las ventanas de la casa ducal.

La duquesa de Lancaster y su cuñada, la condesa de Agra, se deleitaban en sus bebidas calientes mientras planeaban lo que sucedería de ese día en adelante.

—Creo que fuiste demasiado permisiva. Con una visita, a la hora apropiada, todo se hubiera resuelto —alegó Marygold dejando la porcelana en la mesilla entre ellas—.Cuando me informaste de que propiciarías su acercamiento no sospeché algo como esto. Ahora tendremos que agradecer si los rumores no se esparcen, en caso de que anuncien la llegada de un bebé luego del matrimonio.

Anusha Montgomery chasqueó la lengua con una sonrisa divertidamente pícara.

—A pesar de que han pasado tantos años, sigues siendo una dama inglesa, Marygold —se burló la condesa. La otra rodó los ojos—. Además, ¿cómo podría limitar a mi hija de esa manera?

Las mejillas oliváceas de Anusha se tiñeron de rojo con los recuerdos que apartó con rapidez.

—¿Pero cómo se lo vas a explicar a Lucian? —preguntó en un bajo susurro Marygold, mirando con disimulo hacia el extremo opuesto de la habitación donde sus esposos conversaban acompañados de unos vasos con whisky frente a la chimenea—. Temo por la vida de mi hijo.

Con una carcajada su acompañante le quitó importancia al asunto.

—De mere sooraj me encargo yo, Samir estará integro para el momento en que se realicen las ceremonias —aseguró la de cabellos negros.

En ese instante el mayordomo interrumpió las conversaciones, informando de la llegada del marqués de York.

—Hágalo pasar —ordenó Damon Montgomery, quien luego miró a su esposa y cuñada.

—¿Ellas de verdad creen que lo dejaré salir ileso? —cuestionó el conde de Agra a su hermano mayor con una amenaza velada en el tono.

Damon dejó caer una mano en su hombro y le sonrió conciliador.

—Sé que es tu hija, solo quiero recordarte que una vez tú también fuiste un joven impetuoso. —Las pobladas cejas doradas de Lucian se alzaron en interrogante—. Con esto no quiero decir que no lo pongas en su lugar, solo que lo dejes presentable.

—Muy bien —se conformó al tiempo que las puertas volvían a abrirse y el futuro duque de Lancaster se adentraba.

Samir Montgomery sintió la tensión apenas puso un pie en la salita reservada para las visitas familiares. Tragó en seco, era obvio que habían dos bandos: las damas que podrían protegerlo si lo decidían asi y los caballeros que afilaban las espadas para retarlo. Sin pena, ni desanimo se acercó primero a su tía y progenitora para besarles las manos.

—Tan bellas como siempre —las aduló sentándose con ellas.

—Oh, ese fue un movimiento inteligente, hijo, pero no te va a salvar de lo que viene —aseguró Marygold acariciando su rostro—. ¿Cómo te sientes de la herida? Veo que ya has retirado el vendaje.

—Me queda la sensación dolorosa si presiono acá atrás —explicó, señalando con una mano el lugar—, pero nada más.

—¿Debo asumir, entonces, que tu comportamiento de la noche anterior tiene algo que ver con ese accidente? —La exigencia en forma de pregunta provino de su tío, Lucian Montgomery, que se acercaba como un depredador hacia él en compañía de su padre—. Responde, sobrino.

Sashi, entre el honor y el deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora