07.

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Como todas las mañanas, Lisa tomó la nota del pupitre de Jennie remplazándola por su nota pegada a la bolsa con gomitas.  

Guardó la nota con cuidado en su bolsillo y salió corriendo al baño. Al parecer ahora era el sitio en donde planeaba leer todas las notas de Jennie, siempre en el mismo cubículo. 

Sacó la nota de su bolsillo y con ojos brillantes se dispuso a leerla:

¿Eres un desastre?, 

porque si es así, eres un desastre con sabor a caramelo

—Jennie Kim.

Sabor a caramelo... Lisa se quedó pensando en aquella selección de palabras que usó Jennie. Porque, Lisa creía fielmente que los labios de Jennie debían saber así. A caramelos.

Lisa sonrió al leer la nota, sintiendo cómo la elogiosa comparación de Jennie la hacía sentirse especial. La dulzura de las palabras de la castaña provocó un cálido cosquilleo en su estómago. Se quedó allí, sentada en el cubículo del baño, imaginando cómo sería el sabor a caramelo en los labios de Jennie.

Con cuidado, Lisa dobló la nota y la guardó nuevamente en su bolsillo. Se miró en el espejo con una sonrisa juguetona, como si compartiera un secreto encantador con su reflejo. La idea de ser un "desastre con sabor a caramelo" resonaba en su mente, y le encantaba la forma en que Jennie expresaba sus sentimientos de una manera tan única.

La sonrisa con la que salió del baño no tenía nombre, fue aún mejor cuando se encontró a Jennie en el salón; comiendo una de las gomitas que (aunque ella no sabía)Lisa le dejó, se dirigió hasta dónde Jennie y se sentó en el pupitre de en frente de Jennie el cual estaba vacío.

—Hola Nini—saludó Lisa con dulzura—¿Cómo estás?, ¿Cómo se encuentra tu nariz?—preguntó preocupada, recordando el balonazo que había recibido el día anterior.

—Oh, hola Lili—le devolvió el saludo—¿Mi nariz?, bah, ya no me duele. Pero mi mamá estuvo ayer media hora preguntándome si estaba segura de que está bien. Y mi papá se puso furioso cuando les dije que Sehun me lanzó el balón. Pero en realidad todo está bien.

Lisa sonrió de lado, la familia de Jennie se oía divertida. Se preguntaba qué se sentiría ese cariño.

—Me alegra saber que ya estás bien. Aunque suene un poco divertido, tu familia parece preocuparse mucho por ti. Debe ser agradable tener ese tipo de apoyo —comentó Lisa con sinceridad.

Jennie asintió con una sonrisa.

—Sí, son un poco sobreprotectores, pero los quiero. A veces me vuelven loca, pero sé que lo hacen porque se preocupan. ¿Tú tienes hermanos o hermanas? —preguntó curiosa.

Lisa bajó la mirada por un momento, sintiendo un toque de melancolía. Sus padres estaban ocupados y no tenía hermanos con quien compartir su día a día.

—No, soy hija única. Mis padres son cirujanos, así que siempre están muy ocupados en el hospital. A veces, me siento un poco sola en casa —confesó Lisa con honestidad.

Jennie notó la expresión de Lisa y sintió empatía por ella.

—Puedo...—frunció sus labios y se sonrojó por lo que iba a decir—bueno, no puedo ofrecerte el mismo cariño de tus padres pero... pero puedo ser tu hogar cuando te sientas sola—ofreció Jennie poniéndose tan roja como un tomate.

El sonrojo fue compartido, pero el calor no se quedó únicamente en sus mejillas. Pasó a una sensación más profunda que recorrió los cuerpos de ambas produciendo cosquillas que subían de sus estómagos, por sus pechos y se extendía hasta la nuca.

Gummy and Notes.Where stories live. Discover now