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Jennie se miraba con detenimiento en el espejo. Una dulce sonrisa pintada en sus labios, mientras veía su torso descubierto, únicamente con unos jeans de tiro bajo.

¿Era cosa de ella o desde que era novia de Lisa no se sentía tan... mal?

Se observó detenidamente, tratando de entender la sensación que la envolvía. Había algo en la relación con Lisa que la hacía sentir más segura, más aceptada, y, sobre todo, amada. La imagen reflejada en el espejo ya no estaba cargada de inseguridades como solía estar en el pasado.

Porque, la realidad es que antes ni siquiera podía verse en el espejo antes de bañarse. Jennie antes odiaba sus costillas marcadas, su cuerpo más delgado de lo que creía que debería ser.

Más sin embargo, solía recordar como una y otra vez Lisa repetía contra su oído: 

''A ti no te faltan kilos, te faltan besos''

Aquellas palabras de Lisa resonaban en su mente como un mantra amoroso. Habían sido como un bálsamo para las heridas invisibles que llevaba consigo. Lisa no solo la había amado, sino que también la había aceptado tal como era, celebrando cada parte de su ser.

ˏˋ ♡ ˎˊ

Jennie tenía tan solo cuatro años cuando entró a la guardería. Sus grandes ojos avellanas miraban con miedo en donde se suponía que iba a quedarse para según sus padres; para conocer más niños, jugar, aprender y hacer amigos.

—Pero, papá...—se quejó la castañita en voz ligeramente temblorosa mientras Yugyeom sostenía la manita de Jennie entre sus grandes manos, el hombre volteó a mirarla de forma amorosa y luego habló.

—Amor... tienes que ir, va a ser divertido—Yugyeom trató de convencer a Jennie, la cual agarraba con fuerza la correa de su mochila con una de sus manos, sus ojos brillaban con miedo mientras veía a niños correr y jugar.

—Pero, papá, tengo frío y sueño... y...y...y no sé—refunfuñó la castaña, por algún motivo empezó a sentir ganas de llorar.

Yugyeom se agachó frente a ella y secó una lágrima que escapó de sus ojos.

—Lo sé, cariño, pero aquí harás muchos amiguitos y aprenderás muchas cosas divertidas. Además, cuando venga a recogerte, te contará todo lo que hiciste, ¿de acuerdo? —Yugyeom intentó tranquilizarla con una sonrisa alentadora—Además, cuando salgamos vamos a ir por un helado de yogurt, tu favorito—los ojos brillantes de Jennie debido a las lágrimas por fin miraron los de su padre.

—¿Con gomitas?—murmuró la castaña y Yugyeom soltó una risa ronca para besar la mejilla de su hija, la cual hizo una mueca cuando la barba áspera de su padre raspó su piel—Sí, mi amor, con gomitas.

Las palabras mágicas "helado de yogurt con gomitas" lograron esbozar una pequeña sonrisa en el rostro de Jennie. La perspectiva del premio después de la guardería hizo que la idea de quedarse fuera un poco menos aterradora.

Yugyeom le dio un último abrazo reconfortante antes de que Jennie entrara al salón de clases. Aunque ella aún se aferraba a su mochila, la promesa de un dulce final del día la motivaba a enfrentar lo desconocido.

Jennie con pasos temblorosos entró, miraba repetidamente hacia atrás, deseando volver con su papá, pero él mismo ya se había ido. Una pequeña lágrima escapó y arrugó la nariz para luego limpiar su mejilla de forma ligeramente brusca.

La señorita Sarah, la maestra del jardín de infantes, se acercó con una sonrisa amable.

—Hola, bonita, ¿cómo te llamas? —preguntó la maestra.

Gummy and Notes.Where stories live. Discover now