Falsa libertad

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El calor que emanaba de la pipa improvisada le estaba quemando los dedos pero él lo soportaba, se había acostumbrado a ese y a otros dolores.

Eran las seis y media de la mañana y aún no había dormido, lo había intentado toda la noche pero era imposible, los pibes del patio habían estado escuchando cumbia sin parar y ahora,cuando asomaba el nuevo día, estaba agotado, aunque ese humo lo despertaba con fuerza.

Miró a su alrededor, que siempre era poco y decadente; Dario dormía con la boca abierta y una mano metida adentro del pantalón, como si se hubiese quedado dormido en plena paja.

La pipa se apagó y él, mareado, la dejó a un costado.
se levantó, sabía que en media hora los guardias venían a despertarlos y ya no iba a dormir hasta la noche.

Desayunaron en el comedor una vez que todos los pabellones lo hicieron primero.
Mati miraba el mate cocido que parecía negro dentro de la taza y el pedazo de pan que si o si debía mojar en la bebida de lo duro que estaba, pero era lo que había, el pan fresco y las frutas eran para los presos de mayor calidad.

se estaba quedando dormido en la mesa cuándo una mano se estrelló contra su nuca, despertandolo del todo

-¿que haces la concha de tu madre?-le gritó a su hermano que se sentaba junto a él.

Dario mojó su propio pan en la taza de Mati y este se rompió alli dentro, dejando pedazos blandos flotando

-¿vas a la escuelita hoy?-le preguntó con malicia

Lo hacía, tenía clases de lunes a viernes, aunque las únicas que le importaban eran las de Enzo.

-si

-bueno, falta, me tenés que acompañar a una salida

Algunas veces a la semana, con la complicidad de los guardias, un par de presos salían a hacer cosas, como entraderas, ajustes de cuentas o cosas de ese estilo.
Matias odiaba las salidas, no le gustaba para nada esa probada de falsa libertad que lo único que hacia era ponerlo más en riesgo.

-no, anda con otro

-no te estoy preguntando si querés

-y yo no te estoy pidiendo permiso para no ir, tengo clases, no me rompas las pelotas

-¿para que vas a clases? nadie terminó el colegio en casa, ¿que te pensas que sos especial vos?

Mati sabía que no lo era, y sabía que en gran medida era absurdo, no iba a lograr nada en la vida, tenía diecinueve años y ya estaba condenado, envenenado por vaya uno a saber que cosas se metía en el cuerpo todos los días.
pero entonces pensaba en Enzo.

No supo lo que le pasaba con Enzo hasta bastante después de empezar a asistir a clases.
había tomado esas clases para hacer buena letra, para "portarse bien" y conseguir beneficios.
Sin embargo ahora eso parecía totalmente lejano, ya no le importaba, y tampoco le importaba si sentir ganas de estar con un tipo lo hacia trolo, poco le importaba saber que eso era imposible.
solo queria sentarse ahí y escucharlo hablar, probar algo más que ese infierno, saber que existía algo mejor en algún lado aunque no fuera para él.

●●●

Sin embargo durante esa clase en particular, no pudo ni siquiera escucharlo.
pasó la hora cabeceando y durmiendo, agotado y con la resaca de la droga que lentamente lo dejaba en un estado de somnolencia permanente.

Enzo se percató de inmediato,pero lo dejó dormir, tenía ojeras hasta el principio de las mejillas, se veía más desaliñado y sucio de lo normal, supuso que no había pasado una buena noche.

La clase llegó a su fin y el profesor, después de guardar sus cosas,se le acercó.

-¿estás bien?-le preguntó sin tocarlo. sabía que no había nada más peligroso que un preso alerta y dormido

Mati abrió los ojos asustado y se encontró con los de Enzo, que siempre le parecían la cosa más tierna y tranquila del mundo

-si, tengo sueño-le explicó mirando hacía todos lados, todos se habían ido de la clase ya y se avergonzó por eso

Enzo se apoyó en el banco de adelante y cruzó las piernas, mirandolo

-¿pasó algo anoche?

-siempre pasa algo acá-dijo mi entras se ponía de pie-y mi hermano piensa que esto es una pelotudez, siempre me la baja cuando me dice esas cosas

-¿y vos que pensas?

nada; él no pensaba nada, tenía las neuronas apagadas como si la droga accionara un interruptor.
sin embargo no podia decirle eso a Enzo, por algún motivo era claro que el profesor veía algo en él, algo que no veía nadie más, ni siquiera él mismo.

-pienso que no, pero...que se yo,cuándo yo salga de acá no voy a tener oportunidad de nada, es al pedo esto

-sos muy joven para ser tan pesimista

-vivi muchas cosas para saber que a los presos no les espera nada ahí afuera

-yo nací cuando mi papá cumplió la condena

Mati se detuvo en ese momento y lo miró confuso

-¿tu viejo estuvo preso?

-muchas veces, hasta que se...rescató, como dicen ustedes. buscó trabajo,se casó, tuvo hijos...si se quiere se puede, pero lo tenés que querer

-yo quiero muchas cosas que no sé si voy a tener-le dijo mirandole la boca. estaban muy cerca y parecía que ninguno se había dado cuenta de ello.

Se sentía bien, despierto e increíblemente atraído, y quizás, tal vez, correspondido.

-intentalo, el no ya lo tenés-le dijo Enzo sonriendo

para Mati eso fue una señal.
tragó saliva y acercó su rostro intentando besarlo.
Enzo, corriendo la cara hacía atrás, imponiéndoselo.

-no, Mati...

-¿ves que no puedo tener lo que quiero?-murmuró rojo de vergüenza mirando el piso-vos nunca te vas a fijar en un preso falopero de mierda como yo

-sos un nene vos-le dijo él totalmente sorprendido, no había esperado eso para nada

-tengo diecinueve

-te llevó diez años, y soy tu profesor...y soy una autoridad...

-ta, entendí

-¿que entendes?

-no te caliento, y bueno tampoco te puedo culpar...

-espera Mati, hablemos...

pero Mati no pudo esperar nada, la vergüenza y el sentimiento de rechazo lo hicieron huir, tenía que prender la pipa nuevamente y olvidarse de absolutamente todo.

¡Me matan, limón!: 𝐞𝐧𝐳𝐨 𝐱 𝐦𝐚𝐭𝐢𝐚𝐬Where stories live. Discover now