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Para cuando Damian comprendió que lo que Jon sentía hacia el era más que un simple capricho ya era muy tarde

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Para cuando Damian comprendió que lo que Jon sentía hacia el era más que un simple capricho ya era muy tarde. ¿Por que? Pues simple, quizás, muy hipotéticamente, se había encariñado con el niño.

No se lo diría a Jon, claro que no.

Pero cada vez que entrenaban, que Damian pateaba en trasero de Jon claro estaba, Jon llegaba a la Baticueva con una rosa roja y unos deliciosos chocolates veranos que Damian amaba.

También cada  vez que patrullaban, ya que cuando Jon cumplió doce comenzó a presentar de a poco sus poderes, y Bruce creyó que la mejor opción para cuidar a Jon era el. Por una extraña razón ya que de  todos a los que  pudo poner a cargo del hijo de Superman, el no era la opción más conveniente y mucho menos la que mejores valores de superheroe le enseñaría, pero ese no era el punto.

El punto era que siempre que patrullan Jon no perdía la oportunidad para decirle cosas bonitas, como lo lindo que se veía en su traje, o lo bonitos que eran sus ojos, lo relajante que era su voz, lo bueno que era pateando traseros y tantas otras cosas que hacían al omega de Damian saltar y dar vueltas en su interior de la felicidad.

Inclusive cuando solo tenia que pasar tiempo cuidando a Jon ya que Clark no podía, y por alguna razón los últimos tres años se había hecho costumbre que Damian cuidase a Jon, y solo veían películas. O bueno, Damian las veía, por que Jon solo veía a Damian soltando suspiros soñadores y liberando su delicioso, aun que Damian no lo diría en voz alta, aroma a café con caramelo.

Cada vez que eso pasaba el omega de Damian arañaba su interior rogando por sentir aquel aroma en su nariz de forma incesante, como odiaba a su omega.

No podía controlarse ante Jon, y lo entendía.

Los últimos tres años, junto el inicio de la pubertad y genes mitad kryptonianos, habían hecho de Jon un chico muy guapo.

Ahora era casi tan alto como Damian, pese a que el de ojos verdes era seis años mayor, sus facciones comenzaban a querer madurar, aun que seguian luciendo infantiles, en especial sus enormes ojos azules debajo de esos lentes.

El cuerpo de Jon también había cambiado, ahora era más musculado, no al nivel de su padre, pero sus hombros comenzaban a ensancharze, su pecho y brazos ganaban volumen, sus músculos parecían tonificarse, y Damian no comprendía si era por el entrenamiento, la genética kryptoniana o ambas cosas. Pero Jon a sus malditos trece años tenía un jodido cuerpo de ensueño.

No por nada tenía que cubrirlo con ropa ancha, no era normal que un chico de trece tuviera tanto músculo, inclusive con sus anchas ropas que lo hacían parecer demasiado delgado, lo confundían con un chico de dieciséis por su gran altura.

Pero Damian solo divagar pensando en Jon, como siempre.

El punto era que en tres años Jon no había dejado de gustar de él, así como su tonta lista de alergias, a la cual debía agregar kryptonita.

Damian solía pasar mucho tiempo con Jon, era meramente laboral, quería jurar, pero cuando Jon le decía palabras lindas sus mejillas se sonrojaban, sentía un enorme nudo en el estómago, sus palmas sudaban y su omega saltaba alegre. Como lo odiaba.

Se sentía fatal, es decir, el era prácticamente un adulto, ya tenía diecinueve y estaba a punto de cumplir los veinte. Y aún así, un chiquillo de trece le hacía sentir como un bobo enamorado, era simplemente inaceptable y repulsivo. Que vergüenza sentía de él mismo.

Pero, no podía evitar sentir tanta felicidad al estar cerca de Jon.

Todo era culpa de su omega.

— Hola hermoso omega — saludo Jon mientras se adentraba en el auto del Wayne, el omega sintió sus mejillas arder y miró al alfa.

El alga sonrio, olfatea intentando aspirar el aroma del omega pero su nariz se frunció. Una mueca de disgusto se instalo en su rostro a la par que el omega avanzaba el carro, y las feromonas de café con caramelo comenzaron a esparcirse por el auto de forma territorial.

Damian rasco su nariz intentando no sentirse cohibido por las feromonas ajenas y miró al menor, su ceño fruncido y un leve puchero en sus labios es lo que pudo notar.

Jon estaba molesto, lo podía ver y oler.

— Jon para de hacer eso — solto Damian de forma seria y demandante, usualmente las feromonas de alfa no solían afectarle en lo más mínimo, pero eso no quería decir que no fueran molestas.

Jon miró al omega y suspiro con tristeza, parando le liberar su aroma — Lo siento — solto casi en un susurro — Es que tu auto... huele... huele a alfa — comentó el menor con sus mejillas rojas de vergüenza.

Damian le miró y sintió su corazón apachurrarse de ternura, solto una risa y sin apartar su mirada del camino hablo:

— Son feromonas de Wally — explico, es el tonto novio de mi hermano — comentó sin interes. El alfa parpadeo confundido.

— Creí que Tim salía con Kon — comentó confundido, Damian nego.

— No el de Tim, el de el tonto de Jason — aclaro — Tim es muy tonto para conseguir otro alfa, ninguno lo va a querer por idiota —

— Jason es alfa — recordó el menor y el de ojos verdes se encogió de hombros.

— A los alfas les gustan otros alfas Jon — explico con simples, un alto los hizo detenerse y Damian miro a Jon.

Los ojos azules miraban con tristeza entre el cristal de sus lentes, su mirada fija en la ventanilla, mirando el parque a su lado sin interes. Damian suspiro.

— No tengo alfa Jon — intento explicar — No he encontrado a uno que me guste mucho — aquello pareció tranquilizar a Jon.

Los intensos ojos azules le miraron y en el rostro del menor se formó una sonrisa.

Damian sonrio satisfecho por deshacerse de la mueca de tristeza del menor y continuo conduciendo.

No le gustaba ver a Jon triste, y esta vez no hablaba de su omega.

No le gustaba ver a Jon triste, y esta vez no hablaba de su omega

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|| ɴᴜᴇᴠᴏ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ
ᴄᴀᴅᴀ sᴀʙᴀᴅᴏ ||

ʟɪᴛᴛʟᴇ ᴀʟᴘʜᴀ // ᴊᴏɴᴅᴀᴍɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora