Capitulo 6

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ISABEL:

Esto debe ser una broma, ¿como es posible que seamos nosotros quienes estemos presos y esos imbéciles estén libres?.

-Estamos presos, no lo puedo creer.

-Pasamos de víctimas a victimarios.

-¿Como vamos a salir de aquí?.

-Si mamá se entera de esto nos va a matar.

-Ella no puede enterarse, ya suficiente tenemos con habernos escapado, estoy segura de que cuando regresemos va a querer encerrarnos en la hacienda de por vida.

-Nunca creí que me tocaría estar tras las rejas, yo como futuro abogado no puedo tener una mancha como esta en mi expediente.

-Eso no importa ahora, lo que me preocupa es que nos deporten.

-No pueden hacerlo, nosotros solo nos estábamos defendiendo.

-Tendremos que convencer al jefe civil de eso.

-Isabel Cervantes.-Uno de los guardias caminan hasta quedar justo en frente de nuestra celda.

-Soy yo.

-Acompañeme para declarar.-abre la reja, yo salgo, volteo la cabeza para ver a mis hermanos.-Dese prisa.-empezamos a caminar hasta la oficina del jefe civil. Veo al hombre sentado sobre su escritorio, su gesto es neutral, sin ninguna expresion. Ahora que lo veo más de cerca no puedo negar que es un hombre bastante atractivo, muy atractivo a decir verdad, no pude observarlo con detalle en la inauguración de las fiestas pero ahora que lo veo desde un mejor ángulo compruebo que lo que decían las chicas no era mentira.

Según Lucía y su primas, el jefe civil es uno de los hombres más atractivos del Progreso, dicen que tiene una gran fama entre las mujeres, algunos creen que gran parte del voto femenino lo obtuvo por su físico y la verdad no lo dudo.

-Doctor Mosquera aquí esta la señorita Isabel Cervantes.-dice el guardia.

-Puedes retirarte García.

-Con permiso.-El guardia se va dejándonos solos.

-Tome asiento.-hago lo que me indica.-Usted está aquí detenida porque golpeo a un hombre con una botella de vidrio en la cabeza. Tiene una denuncia en su contra, el señor Roberto Castillo está siendo atendido en el hospital.

-Señor yo le juro que fue en defensa propia. Esos hombres empezaron la discusión. Mi hermana y yo íbamos caminando tranquilamente por el establecimiento en busca de una mesa cuando uno de ellos le dio una nalgada a mi hermana, luego el otro sujeto me agarro de la cintura pegandome a él, Diana intentó ayudarme y fue ahí cuando el otro sujeto la agarro bruscamente del brazo, ella le dio un golpe en sus partes bajas para que la soltara.

-Y fue entonces que usted le partió la botella al otro hombre.

-Así es, solo lo hice para que nos dejaran en paz. Con todo respeto me parece un abuso de autoridad que nosotras siendo mujeres víctimas de acoso sexual seamos las que estemos aquí y no esos sujetos. Es muy fácil lavarse las manos y excusarse en el papel de hombre decente, de familia y tacharnos a nosotras de meretrices, aclaro que no tengo nada encontrá de las trabajadoras sexuales, pero las cosas son como son. Mi hermana y yo somos personas respetuosas y en ningún momento estuvimos seduciendo a nadie.-digo con firmeza, espero que este hombre tenga algo de sensatez y no comenta alguna injusticia.

Todo el recinto está en silencio, el me observa como si estuviera analizandome, como si estuviera buscando alguna señal que le indique que estoy mintiendo.

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Doña Barbara: el regresoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt