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No sabía cuantos días pasaron, su hija aún vivía con el pero rara vez le hablaba, se sentía mal. Mal de haber fallado como padre y esposo,pero sabía a quien culpar por eso, su padres. Quien lo único que le enseñó es a guardarse sus sentimientos a sí mismo, es por eso que jamás expresa sus sentimientos hacia su hija.

Admitía que no sabía como amar bien, dejar ir el amor que tenía por Chuuya para el es todo un reto, casi imposible de pasar, pero hacia su mejor esfuerzo.

No solo por el, por su hija, ella era importante y aveces se preguntaba ¿que hizo mal como padre para que ahora lo odie tanto que hasta desearle jamás haber conocidos a su madre?

Le dolió...

- mama ¿sabes algo de la hija de Chuuya?

- no, no se nada. No es mi problema.

- pero es mi amiga

- no me importa, ella no es mi hija, no es mi problema.

- pero

- mis hijos, mi problema. Ella no es mi hija. No debo preocuparme por ella

- entiende que no tiene a donde ir, no puede ir con su madre, pero tampoco quiere ir con su padre, ¿por que no la ayudamos?

- entiende tu Sigma, no voy a cuidar a una hija que no es mi hija ¿entiendes?

- no, no lo entiendo. Nos necesita, no puedo dejarla así como si nuestros años de amistad no valieran nada.

- aver, ¿estás consciente que sus problemas no te incumben?

- no puedo creer, lo egoísta que eres.

- ¿egoísta dices?

- si, egoísta. Necesitas un cambio de actitud

- ¿estás confundido? Ser egoísta siempre a sido parte de mi personalidad, no soy yo quien debe cambiar de actitud.

- ¡mamá! ¡De plano no niegas ser egoísta!

- ¿por que debería? No voy a negar algo que no soy, tú eres mi hijo y es lo único que me importa, esta conversación se acaba aquí.

- ¡no sabes como te—

- ¡Dilo! ¡Dime que me odias, estaré más que contento de escucharte!

Sigma no dijo nada mas,jamás podía ganar un argumento con su madre,siempre ganaba de todos modos pero tampoco podía odiarlo,ya que el siempre fue criado que a pesar de las peleas, agradecía los sacrificios de su madre por el y su hermana.

Llamó a su amiga y le informó que no pudo convencer a sus madre para que le ayudaran un poco, la situación era difícil.

La joven castaña seguía molesta, con su padre y ahora con los padres de su amigo, el era el único que medio le entendía pero ¿por que la vida debía ser tan dificil?

La joven no tuvo de otra más que regresar a su casa con su padre, este no de molesto en hablar con ella, ya que sabía una cosa.

Su hija iba a comenzar a pelear si decía algo, así que para no comenzar a pelear con su hija decidió que lo mejor era no meterse en sus asuntos, aunque de todas formas la relación entre padre e hija no hacía ningún progreso en mejorar.

Las horas habían pasado, su hija salió de su habitación y vio a su padre sentado en el comedor pequeño de la casa.

- ¿tienes hambre?

- algo, un poco— dijo distante su hija—

- come, no es lo mejor pero es lo que pude conseguir.

- esto se ve un poco mal, no voy a comérmelo.

- por favor Fumiya, no desprecies la comida. No es fácil conseguir comida, sabes que jamás e podido cocinar bien, así que come un poco.

- no, esto parece que la comida está pasada.

- no está tan mal como se ve,come aunque sea un poco.

- sabes, ya no tengo hambre.

- hija ¿hay algo que quieras hacer? Ya sabes, mañana que es fin de semana.

- no, y menos contigo, eres un mal padre. No intentes hacerte el buen padre.

- es lo que acepto que soy un mal padre es que intento mejorar un poco como padre, pon un poco de tu parte.

- papa, entiende que tuviste una oportunidad como padre y no la aprovechaste, ahora no me digas nada.

- hija....entiende que intento arreglar mi error, por favor, inténtalo.

- no, tú y mi madre son de los peores padres que existen. No les daré un chance de nuevo.


Chuuya salio de su casa,normalmente estaría encerrado en su habitación tomando hasta más no poder,y al abrir su puerta se cubrió un poco la cara.

Llevaba un mes sin ver la luz del sol, estaba mal de salud y eso no podía seguir así,era extraño.

Camino hacia la calle, poco le importaba si habían carros pasando a su lado y lo atropellaban, no le importaba nada en ese momento.

Llegó hasta el otro lado de la calle,mirando una figura a lo lejos ¿era su hija?

- ¿mocosa?— se preguntó a si mismo, caminando hacia la joven ahí parada— ¿Fumiya?

- ¿perdón?— miró la joven al pelirrojo—

- hija... — el mayor estaba muy borrachos, mirando a la joven Justo delante suyo—

- disculpe señor, pero yo no soy su hija— la joven moraba al pelirrojo delante suyo y pensó que estaba borracho—

- ah....— Chuuya miro a la joven de nuevo— l-lo siento, me recuerda a mi hija. Lo siento

- no pasa nada, espero y encuentre a su hija— la joven con eso se marchó—

Chuuya regresó a su casa, ahí fue donde se murió de dolor, cayó de rodillas al suelo y se abrazó a sí mismo, llorando sin consuelo.

Realmente no estaba acostumbrado a tanta soledad, pero sabía que su hija ni su esposo volvería, ¿por que le pasaba todo esto?

Continuará

Una pequeña infeliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora