Capítulo 58

325 52 24
                                    

Mentiría si dijera que he pasado una noche tranquila y que he podido dejar la mente en blanco. Me costó mucho dormirme, porque estuve pensando en todas las posibilidades que me podía deparar el día de hoy y mi visita a cierto rey enemigo.

Para empezar, es posible que ni siquiera me dejen verlo. Pero no sé si me asusta más el hecho de que me pidan amablemente que me largue o que sí que me permitan hablar a solas con él. En los dos casos me preocupa bastante lo que sienta al respecto.

Bajo a desayunar junto al resto en el comedor principal, pero mi cabeza continúa completamente centrada en aquello que planeo hacer en cuanto acabe.

-¡Haley!- La voz de mi madre me devuelve a la realidad.

-¿Qué... qué ocurre?- La miro sin comprender.

-Has estado distraída desde que llegaste. ¿Pasa algo?

-No, no- Aseguro, con una sonrisa forzada.

Will y Melissa me observan con sospecha, pero no dicen nada. Ellos me conocen y saben que cuando estoy así es porque estoy maquinando algo. No se tragarán ninguna de mis excusas, así que ni siquiera intento poner alguna. No tendría sentido.

Con mis padres, en cambio, es distinto. Ellos realmente no saben nada de mí a día de hoy. Me conocían, supongo, cuando tenía nueve años. Pero en este tiempo he cambiado mucho y ya no sólo ha sido la parte propia del crecimiento, pues la adolescencia nos cambia a todos. Las circunstancias que he vivido han trastocado mucho mi personalidad.

Un ejemplo claro es que cuando era niña me asustaba mucho mentir. Bueno, me aterraba. Por esa razón les contaba absolutamente todo a mis padres y, en algunas ocasiones, a mis hermanos. Nunca se me pasaba por la cabeza ocultarles nada, y mucho menos si se trataba de algo importante.

Si yo no hubiese cambiado, les explicaría todo lo que ha ocurrido con Alexander desde el principio hasta el final. Porque para mí, lo más importante era que ellos estuviesen contentos conmigo. Cuando hacía algo mal y les decepcionaba era cuando peor me sentía. Cometer un error y encima ocultarlo era casi lo peor que podíamos hacer. Por eso yo siempre confesaba.

-Voy a salir- Informo con rapidez.

-¿A dónde?- Pregunta papá, centrando su atención en mí.

-Con mis amigos de nuevo- Invento. -Es que van a elegir una casa y quería estar con ellos para aconsejarles.

Tendré que hablar con ellos más tarde para decirles que los he usado como tapadera y que no la caguen si Will o Melissa van a preguntarles algo. No lo creo, pero siempre es mejor prevenir que curar.

-Bueno. ¿Volverás para comer?

-Seguramente.

No creo que la conversación se alargue en exceso. Vamos, si le digo lo que tengo pensado tardaremos unos minutos, como mucho, así que debería poder estar aquí para almorzar con mi familia.

-Un día de estos tienes que enseñarme la ciudad, Haley- Comenta Irya.

-Sí, cuando esté todo un poco mejor te lo enseño, tranquila.

-Y mejor cuando se hayan ido los kalaryenses- Aconseja mi padre, con un tono de desprecio.

-¿Por qué? Si están en una base a las afueras, ¿No?- Pregunto sin comprender su punto.

-Sí, pero me han informado de que han visto a algunos de los hombres de Alexander rondando por la ciudad.

-Quizás sólo querían ayudar- Los excuso.

-Su ayuda no es requerida. Lo mejor que puede hacer por nosotros ese hombre es coger a sus soldados y sus guardias y volverse a su reino de una maldita vez. Es que no entiendo por qué aún sigue aquí. ¿Acaso espera un premio por enfrentarse al tirano de su padre? Es lo que debería haber hecho hace mucho tiempo.

El despertar de los caídos (#1) Where stories live. Discover now