CAPÍTULO 28

382 24 1
                                    

—¿Quién es?—preguntó mientras se quitaba los zapatos, pero nadie respondió. Volvieron a tocar a la puerta con más insistencia aún—Si no me dices quién eres, no pienso abrir—siguieron tocando durante cinco minutos más. Fuera quien fuera, no se daba por vencido. Lia harta de esperar respuesta a su pregunta, finalmente fue abrir—Más vale que el hotel esté en llamas o...¿Qué haces aquí?—trató de darle con la puerta en las narices, pero Ethan se lo impidió.

—¿Puedo pasar?—él estaba en el hall del hotel cuando ella llegó, sólo tuvo que seguirla.

—¡No!—quiso empujarlo fuera, pero no lo movió ni un centímetro.

—Preguntaba por cortesía, iba a entrar igual—la hizo a un lado con cuidado y cerró la puerta.

—¿Qué quieres Ethan?—estar en la misma habitación con él sin posibilidad de huir, la puso muy tensa—No tienes nada que hacer aquí.

—Esa es tu opinión—se dejó caer sobre la puerta cruzándose de brazos—Estás...distinta.

—Soy una persona distinta—acertó a decir—Ya no queda nada de la Lia que tú conociste, esa pobre chica, ya no existe.

—Puede que por fuera hayas cambiado ligeramente—se aproximó hasta ella—Pero no es eso lo que veo cuando te miro a los ojos—le alzó la barbilla para clavar su verdosa mirada en la azulada de ella—Hay cosas que no puedes ocultar aunque finjas hacerlo.

—De nosotros dos, el experto en fingir, eres tú—se alejó de Ethan dándole la espalda—Si de verdad en algún momento sentiste la menor simpatía por mí, vete de aquí—antes de viajar a Londres, sabía lo que tenía que hacer y cómo debía actuar, pero nada la había preparado para enfrentarse a su punto más débil.

—No sé cuantas veces tendré que repetirte que jamás te he mentido Lia—la asió del brazo para poder verla de frente—Todo, absolutamente todo lo que hemos vivido fue real. ¿Crees que hubieras pisado mi casa y conocido a la persona que más quería en el mundo si no fuera así?

—¡No metas a tu abuela en esto! ¡Ella fue la que me abrió las puertas de su casa, no tú!—le dio un manotazo para que la soltara.

—¿Y por qué crees que lo hizo? ¡Mi abuela supo lo que pasaba contigo y conmigo antes que nosotros mismos! Sabes perfectamente como era ella...—a Ethan se le hizo un nudo en la garganta al recordarla que le impedía seguir hablando.

—Dejemos de hablar sobre Mary Anne—suavizó bastante su tono de voz, no podía seguir gritándole al verlo tan vulnerable.

—Que no hable sobre ella no significa que no la extrañe cada día desde hace cinco malditos meses—ahora era él quien se alejaba de Lia y se sentó a los pies de la cama—Desde que abro los ojos hasta que me duermo, cuando entro en casa, cuando bajo a la cocina, lo hago—agachó la cabeza para que ella no pudiera ver que estaba a punto de desmoronarse—Hay días que no lo soporto...No soporto tanto silencio a mi alrededor, tantos recuerdos...—se pasó las manos por los ojos rápidamente.

—Ethan...—era incapaz de no hacer nada cuando él estaba así de destrozado, se sentó a su lado y cogió una de sus manos—No puedo imaginar por lo que estás pasando—no pudo resistirse y apoyo la cabeza sobre su hombro—Tienes que desahogarte con alguien o terminarás explotando, créeme, sé de lo que hablo—suspiró—Quizá no soy la persona indicada, pero...

—No conozco a nadie más indicada que tú, Lia—susurró—Pero no he venido a eso—aún dentro de la tristeza que sentía, estaba conteniéndose para no besarla hasta convencerla que la quería por encima de todo.

—¿Entonces, a qué has venido?—sabía que su cercanía le estaba afectando más de lo debido, tenía que alejarse pero su cuerpo no la obedecía.

—A dos cosas. La primera ya la sabes, y la segunda—sacó del bolsillo una libreta—A darte esto, pensé que te gustaría tenerla. Te la dejaste en casa el día que te fuiste.

¡No sonrías, idiota! (2024)Where stories live. Discover now