CAPÍTULO 32

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Una semana más tarde...

Lia se subió al avión rumbo a Londres, pero esta vez no le diría nada a nadie. Necesitaba ordenar su vida para poder avanzar hacia un futuro estable y por qué no decirlo, más feliz.

Alquiló un pequeño estudio en un barrio humilde, ya no le quedaba mucho dinero para algo mejor. Se puso en contacto con algunas de sus compañeras de su antiguo trabajo para saber si podían ayudarla a volver a la escuela infantil cuando comenzara el próximo curso. Pasó varios días de incertidumbre pero finalmente pudo hablar con el director del centro y la volvieron admitir, quedaba poco más de dos meses para ello.


Era Jueves por la tarde y como hacía de vez en cuando, Ethan solía ir a dar un paseo a South Bank. Le gustaba ir allí porque fue donde vio a Lia por primera vez. Se sentía estúpido por hacer eso, sabía perfectamente que jamás la volvería a ver. Estaba casada con otro hombre y por mucha curiosidad que tuviera, nunca le preguntó ni a Josh ni a Jen si ella era feliz.

Se mezcló entre la gente, la mayoría turistas y siguió caminando hasta llegar a los pies del London Eye y suspiró. «Sólo volvería a cometer la locura de subirme ahí si fuera contigo» Cuando bajó la mirada hacia la cola de gente que quedaba por entrar, su cerebro le jugó una mala pasada, había una chica idéntica a Lia en la cola. Ethan parpadeó un par de veces y volvió a mirar. ¡Era ella! Lo pudo confirmar cuando la vio sonreír por algo que había dicho un niño que tenía detrás. Ethan ya no tenía dudas, Lia estaba allí a escasos metros de él.

Su primer impulso fue correr hasta ella para poder verla y hablarle, pero luego recordó que seguramente su recién estrenado marido, estaría junto a ella. Sólo lo había visto una vez, la noche de la discoteca, pero él jamás olvidaba una cara, y por más que lo buscó entre la multitud, no vio a nadie que se pareciera a ese hombre.

Tenía que jugársela, era ahora o nunca. Así que de la forma más descarada, fue colándose entre la gente hasta entrar en la misma cápsula que ella.


Lia, ajena a todo lo que estaba pasando a pocos metros de allí, sólo podía pensar en cuál sería el mejor momento para informar a sus amigas que estaba de vuelta. El poco tiempo que llevaba en la ciudad había conseguido no cruzarse con nadie que la conociera, ni con ellas ni con él. Cuando imaginaba cómo sería su reencuentro, se ponía de los nervios. ¿Qué le iba a decir cuando le contara que no se había casado? ¿Le sentaría mal que no se lo hubiera dicho antes? ¿Y si en ese tiempo había conocido a otra persona y la había olvidado? Lo único que Lia sabía era que no tenía ni idea de lo que iba hacer cuando volviera a verlo.

Tras ella, escuchaba un murmullo de gente molesta, algo estaba sucediendo, pero no le dio tiempo a descubrir qué era porque le tocaba subir a la noria. Se acercó lentamente hasta el lateral de la cápsula para disfrutar del atardecer londinense. Pudo contemplar como el cielo se teñía de múltiples colores mientras el sol iba desvaneciéndose poco a poco para dejar paso a la oscuridad de la noche.

—Es curioso que algo tan cotidiano como es una puesta de sol, resulte tan imponente desde esta posición ¿No crees?—comentó alguien tras ella.

Esa voz...Debía estar volviéndose loca. Ethan jamás subiría allí, odiaba las alturas. Además, él no sabía que había vuelto a la ciudad. Era imposible...

—No sé si en este tiempo has perdido el sentido del oído o simplemente no recuerdas el tono de voz de este pobre idiota—le susurró al oído y ahora sí, Lia se dio la vuelta lentamente—Hola—la saludó con la mano.

—¿Qué haces...? ¿Cómo sabías...?—era incapaz de completar ni una sola frase, no podía creer que estuviera ahí, a su lado—¿Por qué te has subido? ¿Eres masoquista o qué?—no era lo que ninguno de los dos esperaba escuchar al volver a verse pero fue lo único que a Lia le salió decir—¿Estás bien?—se preocupó.

¡No sonrías, idiota! (2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora