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────. No me gusta este plan, Sisi ──── dijo Eret, rodeando a la peliblanca con sus brazos de forma protectora, Siv sonrió enternecida por el apodo.
────. Estaré bien ──── respondió con tranquilidad ────. Hipo estará aquí, disfrazado de Chimuelo. Y tú y los demás estarán también, ocultos pero vigilándolo.
────. Debería ser Hipo, tú eres...
────. La jefa, Eret ──── se separó de él, muy a su pesar ────. Es mí responsabilidad, no de Hipo. Yo debo hacerlo.
────. Bien, pero si se atreve a tocarte... ──── Eret gruñó, frunciendo el ceño con molestia, Siv sonrió enternecida y le acarició la mejilla, para luego darle un pequeño beso.
────. Eres tan tierno que harás que me de diabetes.
────. ¿Listos, tórtolos? ──── dijo Hipo, caminando hacia la pareja con una mirada amenazadora para Eret y una sonrisa molesta.
────. Sí ──── asintió ella, divertida por los celos de su hermano ────. Pongamos esto en marcha.
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La noche fría cayó en Berk como cualquier otra. Pero no lo era.
Siv estaba en la sala de su cabaña, sola, con la luz de una vela y con Chimuelo haciéndole compañía, aunque el dragón estaba dormido en realidad.