III

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—¿Cómo es el cielo? — preguntó Jett sentado con las piernas cruzadas frente al ángel, el rostro del demonio seguía siendo infantil e inocente, su piel color canela había tomado un poco más de tono desde que a diario se sentaba bajo el sol abrazador del infierno para hablar con Sora y bajo sus ojos ámbar había un par de ojeras demasiado marcadas para un niño tan pequeño.

—Es... blanco y brillante, todo resplandece mucho, además es muy cálido, no en un mal sentido, nunca hace frío siempre puedes oler una fragancia deliciosa además todos son muy amables y... — Sora sintió una punzada en su pecho al recordar su hogar que ahora mismo se encontraba muy lejos. — Es... es un buen lugar.

—¿Y conoces el reino de los humanos?

—Si — dijo emocionado, ya que por su labor de mensajero sola estar más en el reino humano que en su propio hogar — Solía ser un mensajero así que viajaba a la tierra frecuentemente, es un lugar encantador.

—¿Es verdad que los humanos son una plaga que se reproduce como cucarachas? Eso siempre dicen mis hermanos.

—Yo no lo diría asi... — Sora rio un poco mientras el niño pensativo parecía tomar notas mentales de todo lo que el ángel le contaba. — Los humanos son una creación preciada y como son tan frágiles los ángeles debemos cuidarlos... son muy bonitos y tiernos — sonrió — La tierra es agradable también, cuando es verano la brisa es tibia y el sol brillante... si estás cerca del mar puedes sentir la brisa del mar en tu rostro al volar y en primavera todo está lleno de flores...

—¿Las flores de la tierra te gustan mucho? — el pequeño ya era mas confiado al hablar con él, venía casi todos los días a su encuentro con un pequeño ramo de flores blancas.

—Si... hay muchos tipos de flores, en el cielo no hay tantas flores como en la tierra... es un lugar muy especial... a veces cuando estaba cansado paraba en un prado a dormir un poco entre las flores.

El niño parecía imaginarse aquella escena y lo observaba con ojos repletos de ensoñación, lo único que conocía Jett era el infierno, por lo que también podía ver diferentes lugares a través de las historias de Sora, deseando crecer lo suficiente como para ver las flores que tanto le gustaban al ángel por si mismo.

—Creceré rapido para traerte flores de la tierra. ¡Te traeré tantas que podrás dormir entre ellas otra vez!

—No... no es necesario... me gustan las flores que me traes aunque... ¿Son seguras las flores del infierno?

—Si... sólo que es difícil encontrarlas y la mayoría crecen de maneras... corruptas. Pero no te preocupes, estas no crecen en cadaveres o en tierras malditas, tampoco necesitan ser regadas con sangre o otras cosas...

Sora miró las flores algo desconfiado y Jett se percató, con sus mejillas rosadas enseguida se levantó para comenzar a explicar el origen de las flores.

—Se llaman lirios de media noche... y crecen en las espesuras, donde se concentra mucho miasma y niebla venenosa... — pensó que lo que estaba diciendo sonaba mal — ¡Pero son un gran antídoto para muchos tipos de veneno y purifican el aire del infierno! — su voz aguda y rápida lo hacía parecer más tierno a los ojos de Sora, sin embargo algo le estaba preocupando.

—Tú... ¿como consigues estas flores?

—Voy a la espesura y entro en las cuevas donde se concentra mas miasma para buscarlas, Rubi me dijo que si cosecho varias puedo venderlas por muchas almas en el mercado, pero estas son para Sora... — Lo poco que sabía Jett de los ángeles era que eran seres puros que se corrompían fácilmente, él le daría lo más puro que pudiera encontrar en el infierno, aunque eso significara tener que respirar niebla venenosa y desgarrar sus pulmones cada vez que las buscaba. Para Jett, un ser tan maravilloso merecía solo lo mejor.

La Jaula del ÁngelKde žijí příběhy. Začni objevovat