XXVIII

117 27 35
                                    

"La Ofrenda"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"La Ofrenda"

Al notar que iba a ser atacada, SeoYeon intentó defenderse dando manotazos, forcejeó con alguien, creyó que le había quitado la túnica pero no había sido así, sin embargo, al momento en que logró liberarse, corrió más adentro en la habitación, estaba rodeada. Desesperada comenzó a lanzar las cosas que encontró cerca hacia sus atacantes, sin lograr hacer mucho daño, incluso tomó una silla usándola como escudo, pero aquello no valió de mucha ayuda, eran tres contra uno.

Los encapuchados lograron tomar a SeoYeon, aquello fue cuestión de tiempo antes de que le sujetaran los brazos y con la ayuda de un paño bañado en cloroformo, con el que le taparon media cara, SeoYeon perdió la conciencia.

Cuando despertó, SeoYeon se sentía mareada, un olor nauseabundo venía de algún lugar. Para su terror, los encapuchados notaron que había despertado.

—Justo a tiempo. —Una voz diabólica y gutural salió de la garganta de alguno de ellos.

Tomaron a SeoYeon dirigiéndola arrastra hasta una puerta, de nada valía luchar, no podía ganar esa batalla.

—Camina. —Le ordenó una voz que SeoYeon reconoció como la voz de Jiu, quien le había golpeado un costado de la espalda, SeoYeon no tuvo tiempo de quejarse cuando volvió a ser arrastrada por lo que creía que era el camino abajo por unas escaleras. Tenía encima de la cabeza un saco de tela que no le dejaba ver bien el camino. Cuando parecía que habían llegado a un terreno plano, fue arrastrada hasta seguir a otras escaleras camino a bajo dando pasos tan torpes que terminó tropezando en los últimos escalones, cayendo al suelo y aterrizando sobre las palmas de su mano para evitar lastimar su cabeza.

No le había dado tiempo a levantarse, cuando dos cuerpos fuertes llegaron a ella y la arrastraron unos metros más allá, por lo que parecía ser una extensa alfombra. SeoYeon terminó de pie en algún punto y los dos cuerpos se alejaron, entonces alguien le quitó el saco de la cabeza.

La respiración de SeoYeon comenzó a acelerarse cuando vio a la directora cara a cara, la mujer tenía los ojos tan rojos como la sangre, no tenía esclerótica ni pupila, solo un intenso rojo brillante, y el rostro parecía deformarse con el juego de velas que había al rededor del lugar en el que estaban.

—Tienes miedo, puedo sentirlo. —Expresó la mujer alargando su esquelética mano hacia el rostro de la joven, dejando un mechón detrás de la oreja de SeoYeon quien cerró los ojos un momento mientras temblaba en su lugar, sin tener una mínima idea de lo que estaba pasando ni el porque la voz de la directora sonaba tan distorsionada que le aterraba. —Quien iba a pensar que volverías a ser una de mis presas... ¿Qué tal te ha ido con mis maldiciones?

Los ojos de SeoYeon se abrieron de par en par, pero antes de que pudiera digerir aquella información, la mujer tomó el cabello de la joven de una forma brusca para apartarlo de su cuello y mover su cabeza en varias direcciones buscando algo en ella.

—¿Sucede algo, sacerdotisa? —Preguntó uno de los encapuchados, posado a uno de los costados de la directora.

—¡No está mordida! —Anunció y el templo entero empezó a murmurar, —¡Es una simple humana!, ¡Necesito que me expliquen está Inexactitud ahora mismo!

La mujer se dirigió a alguien detrás de SeoYeon, la estudiante miró en esa dirección y a una distancia no muy prolongada, de entre un grupo sombrío con túnicas, uno salió al frente dando unos pasos quitándose la capota, revelando el rostro de Danielle, portando esos mismos y aterradores ojos rojos de su madre.

—Hicimos nuestras investigaciones, creímos haber dado con la mordida, también estamos atónitas, lo sentimos. —Expresó tratando con todas sus fuerzas de mostrase serena pero cierto temblor en su voz delataba su miedo.

—¿"Lo sentimos"? —Preguntó la directora visiblemente indignada. —¿Sabes lo que esto significa?, Voy a golpearte hasta que aprendas a hacer bien las cosas...

—Espera... —Una voz gruesa y profunda que pareció provenir del mismo infierno, detuvo a la mujer a mitad de sus pasos. SeoYeon miró esta vez frente suyo con horror y confusión como allí mismo, en el altar de piedra antigua, una enorme estatua de lo que reconoció como un mosquito, se alzaba ante ella. —Traigan a la presa ante mi... —Vociferó y SeoYeon fue atrapada inmediatamente por los dos encapuchados fuertes que la sujetaron con tanta presión, que SeoYeon no pudo liberarse por más que pataleó.

—¿Qué sucede, mi Lord? —Preguntó la directora acercándose al lugar.

—El olor de su sangre... —Expresó la estatua de cuyos ojos comenzó a alumbrar una chispa que se esparció como el fuego alumbrando más el lugar en aquel rojo demoníaco. —Es el olor de un alma pura, hacía milenios no devoraba tan esquisto elixir. Acepto a la doncella como ofrenda.

La sonrisa en el rostro de la directora se deformó al punto en que SeoYeon tuvo que apartar la mirada del pavor que le producía.

—Hermanos y hermanas. —la voz de la directora se alzó entre los presentes, —hoy hemos traído a esta alma pura como ofrenda a nuestro Lord Lucius, el devorador de la luz, el amo de la oscuridad.

Los miembros del clan murmuraron entre ellos esta vez más vívidos por la anticipación ahora que la ceremonia había iniciado. SeoYeon se removía intentando liberarse pero al darse cuenta que era una tarea imposible, sus ojos comenzaron a empañarse y su respiración comenzaba a agitarse por la incertidumbre y el miedo.

La directora tomó el brazo de SeoYeon y subió su manga, dejando su piel al descubierto y estirando su brazo hacia Lord Lucius con la ayuda de uno de los encapuchados.

—Que la sangre pura de esta doncella alimente a nuestro Señor, y que su poder crezca aún más fuerte, —La sonrisa en el rostro de la directora se retorció al ver cómo la boca de Lord Lucius se alargaba y estiraba hasta llegar al brazo de SeoYeon dónde se enterró como una aguja mientras SeoYeon quería, aunque sea gritar del horror mientras su sangre era devorada.

No tardó en sentir que sus energías se agotaban y que ya no podía seguir luchando con la misma fuerza de antes. Su cuerpo dejó de resistir y sus ojos se cerraron cayendo débilmente en su lugar.

Antes de soltar su último aliento, pensó en que no sería tan malo si ahora regresaba junto a sus padres, y así como una vez ellos lo hicieron, SeoYeon cuidaría a quienes quería, desde el cielo.

El Internado (YooSeo) tripleSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora