Capítulo 23

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El corazón de Isabella latía con una dolorosa pesadez, como si estuviera aprisionado bajo el peso de su propia angustia. La discusión con Malina había dejado un rastro de desolación en su interior, un eco de palabras no dichas y verdades ocultas que resonaban con fuerza en el silencio que las separaba.

Ella sabía, desde el principio, que mentirle a Malina era un riesgo que no debía tomar. Conocía las consecuencias, las había visualizado claramente, como sombras oscuras proyectadas sobre el horizonte de su relación. Sin embargo, la tentación de ocultar la verdad fue más fuerte que la prudencia, y ahora se encontraba atrapada en el laberinto de sus propias mentiras, con el corazón apachurrado por el peso de su engaño.

La relación con Malina, tan delicada como un cristal fino, ahora se desmoronaba entre sus manos.  Habían regresado al punto de partida, a ese momento inicial cuando Malina llegó por segunda vez a su vida, envuelta en un halo de indiferencia y desgano que Isabella había luchado tanto por disipar.

Isabella había intentado reparar el daño, había desplegado sus mejores artes de persuasión, había implorado con la mirada y suplicado con el corazón en la mano. Pero Malina siempre escapaba, como un ave asustada que busca refugio en los cielos distantes, dejando a Isabella atrapada en la red de su propia impotencia y frustración.

Ahora, mientras el eco de la discusión resonaba en el aire enrarecido de la habitación, Isabella se encontraba sola, perdida en un mar de dudas y remordimientos. ¿Podría volver a ganarse la confianza de Malina, o estaban condenadas a danzar en esta espiral de desencuentros y desilusiones?

En el silencio cargado de reproche, Isabella enfrentó la mirada de Lauren, quien emanaba una irritación palpable. Bajó la cabeza, sintiendo el peso de las palabras que se lanzaban como dardos envenenados. La reprimenda de Lauren resonaba en el aire denso, como una tormenta que se avecinaba en el horizonte.

Lauren no ocultaba su descontento, su voz resonaba con la fuerza de un vendaval mientras cuestionaba las acciones de Isabella. Había mentiras entrelazadas en la investigación de Cristina, y Isabella las había tejido con hilos frágiles, poniendo en peligro su seguridad.

—No vine aquí buscando que me digas algo que ya sé —reprochó Isabella con un dejo de frustración en su voz.

Lauren, en su frustración y enojo, respondió con dureza, dejando escapar las palabras que cortaban como cuchillas afiladas.

— ¿Cómo esperas que reaccione? Eres tonta e imprudente, realmente mereces que Malina no te dirija la palabra —espetó, sin detenerse a medir el impacto de sus palabras.

Sin embargo, en el instante en que las palabras abandonaron sus labios, Lauren vio la máscara frágil de Isabella desmoronarse ante sus ojos. Un destello de arrepentimiento cruzó su mirada, como un destello de luz en la oscuridad.

— ¿A qué viniste? —preguntó, su voz ahora cargada de una mezcla de culpa y preocupación genuina.

Isabella, con la guardia baja y el corazón al descubierto, respondió con una vulnerabilidad que apenas había mostrado antes.

— ¿A buscar consuelo? —susurró, su voz quebrada por la emoción contenida durante demasiado tiempo.

Lauren ya no pudo mantener su fachada furiosa. Dejó de lado el peso de su enojo y, con un gesto de rendición, abrió sus brazos, invitando a Isabella a unirse en un abrazo reparador. Era un gesto pequeño, pero cargado de significado.

Isabella no dudó ni por un instante. Se hundió en el abrazo cálido de Lauren, permitiéndose finalmente dejar caer las barreras que la habían mantenido distante y reservada, segundos después las lágrimas brotaron sin contención.

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