Capítulo 34. My goodness

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Kiki POV - Hot +18

- Buenos días, supongo.

Violeta acortó, por fin, la distancia entre nuestros labios. Nuestras bocas se unieron al unísono y creo que me volví loca en el momento que su lengua rozó la mía.

No conocía esa parte de mi, me explico, en estos últimos años había follado un montón, pero besar... No había besado tanto. El beso es como más íntimo para mi. Y follar creo que follaba por instinto o necesidad.

Tener a Violeta debajo de mi haciendo presión en mi nuca para que mi lengua recorra toda su boca era la mejor cura posible a mi inminente resaca. A cada segundo que pasaba más me encendía, sin querer o queriendo, no lo sé, Violeta había comenzado a moverse lentamente. Mi pierna se encontraba entre las suyas y ella, despacito, iba rozando el centro de su gravedad en mi muslo.

¿Cómo iba a no ponerme cachonda si se movía y me besaba así? Imposible.

Besar a Vio era lo más bonito que me había pasado en la vida y sin darme cuenta, empecé a intensificar los besos acompañando a sus movimientos, morder sus labios se estaba convirtiendo en mi pasatiempo favorito. Kiki estaba abandonando mi ser y la Chiara salvaje que llevaba queriendo hacerle el amor a Violeta durante tantos años estaba empezando a luchar por salir, me empezaba a faltar el aire. Tuve que parar para recomponerme.

- Buenos días Violeta.

Ella me miraba seria, sus ojos suplicaban placer, su boca parecía que me reclamaba. Se dedicó a observarme con cautela, a analizar cada gesto que se instalaba en mi rostro. Estaba preciosa, sus ojos rasgados me miraban de una forma que no os podría describir con palabras, tendríais que verla para entenderlo.

Su mirada empezó a viajar hasta mi boca y no debió gustarle el tiempo sin mis labios cuando me dijo:

- Ven aquí.

Me cogió de la camiseta y me atrajo hacía ella para de nuevo empezar a besarnos. Dios mio, me hacía sentir tan bien que no sé a dónde más voy a pertenecer después de esto.

- V...io... Vi..o - le dije entre besos e intentando separarme de ella. - Si sigues así no voy a poder parar

Sus ojos me miraban fijamente. Su sonrisa apareció.

- ¿Quien te ha dicho que quiero que pares?

Me bastó para despegarme del todo de ella. No quería seguir de lado, quería estar encima de Violeta. Me subí a sus caderas quedándome sentada sobre una Violeta que yacía tumbada, la admiré desde arriba. Estaba preciosa toda despeinada. Me quité la camiseta que me había dejado para ir a dormir y la tiré no sé dónde. Mis pechos debieron de ser paisaje para ella, que se quedó embobadas mirándolos.

- ¿Sabes qué?

- ¿Qué? - su voz sonaba ronca.

- No quieren que te pases la vida mirando. - me señalé las tetas. - también quieren que las pruebes. - me reí y descendí hacia su boca.

Mis brazos se apoyaban al lado de su rostro descansando mis antebrazos. Nuestras bocas se comían como si hubieran estado buscándose toda la vida. Necesitaba tener el control, quería escuchar a Violeta gemir de placer y a la vez quería hacerla sentir que nadie en este mundo la quería más puramente que yo.

Empecé a besar sus labios más lentamente, relaje los brazos y me dejé caer por completo en ella, mi cuerpo era peso muerto sobre el suyo, quería quedarme ahí para siempre pero... me molestaba la tela así que decidí volver a mi postura inicial, volví a sentarme sobre su cintura y con mis manos la obligué a sentarse también a ella. Con nuestros torsos frente a frente en el centro de la cama me limité en silencio a deshacerme de su camiseta, sus pechos quedaron al completo descubierto, en algún momento de la noche debió quitarse el sujetador.

Ahora la que se quedaba muda era yo.

Violeta se tumbo y agarró mi sujetador a la altura del canalillo para indicarme que quería que volviese a ella. Y así fue, sus deseos eran ordenes para mi.

Fui directa a su cuello, empecé a depositar besos más suaves... más intensos. Chupé y mordí su oreja mientras ella se deshacía con soltura de mi sujetador. Enloquecí cuando sentí mis pezones sobre los suyos. Violeta pegada a mi sin pantalones de por medio era la puta mejor sensación de la historia.

- Dios, me pones muchísimo. - susurré en su oído.

Empecé a descender mientras besaba cada centímetro de su piel. De la oreja a la yugular, de la yugular a la clavícula, de la clavícula al esternón... Del esternón a su pecho derecho. Cuando rocé con mi lengua su pezón el primer gemido de Violeta inundó la habitación y ahí supe que quería hacerla gemir hasta que estuviera totalmente exhausta.

Mordí con delicadeza sus pezones, fuí alternandome entre un pecho y otro, mis manos empezaron a viajar por su cíntura mientras mi boca seguía bajando hasta su ombligo. Violeta se agarraba a mis hombros intentando mantener el equilibrio, y eso que estaba tumbada.

Descendí del ombligo al borde de sus bragas, ella se retorcía y yo disfrutaba. Dejé un beso suave en el cual la tela se interpuso entre su clítoris y mi boca.

Le quite las bragas mientras la miraba a los ojos. Desde abajo parecía una niña indefensa que suplicaba por más atención y yo... no podía negarme a darsela. Empecé besando todos los alrededores y cuando me posé sobre el monte de Venus, ella no pudo más.

- Chiara. - a penas le salía la voz. - Por favor, no pares.

- ¿Ah, no? - quise provocarla. - ¿Qué quieres que pare? - mi voz sonaba muchisimo más ronca que de costumbre.

- Fóllame joder.

Sonreí de medio lado y mi lengua tomó por completo su clítoris, empecé a lamer, succionar y besar toda su vagina. Los gemidos de Vio cada vez eran más intenso, sus caderas se elevaban y descendían en mi boca. Sus manos reclamaron las mías y entrelazamos nuestros dedos hasta que yo decidí abandonar una de sus manos, la izquierda.

A mi boca querían hacerle compañía mis dedos. Y allí, en aquella habitación, a la hora de la siesta... Perdí por completo la noción del espacio y del tiempo cuando mientras succionaba su clítoris introduje dos dedos en su vagina.

Gemía fuerte, sus movimientos suplicaban más. Su cuerpo se arqueaba y su vagina se contraía. Escucharla era el paraíso. Era yo, haciéndole sentir todo eso y ella, haciéndome sentir la mujer más importante de su mundo.

- Ah, bf. Joder. No pares. - no le salían las palabras. - Me voy a correr.

Mi mano se tornó mas lenta, mis movimientos más suaves para de repente hacerlos más intensos. Abandone su clítoris y volví a su boca. Mi mano siguió dentro de ella y en lugar de empezar a entrar y salir, dejé dos dedos en el cuello de su cervix.

Como si de un piano se tratase mis dedos empezaron a dibujar melodías dentro de ella y Violeta me regaló el sonido más bonito que yo aún todavía no sabía que existía.

Su orgasmo.

Su cuerpo levitaba, sus ojos en blanco de placer y su respiración agitada me hicieron saber que había sucumbido ante mis ganas de darle amor.

Grito mi nombre tan alto que sabía a gloria y después cayó rendida ante mi cuerpo.

- Dios Kiki. - se tapó la cara con vergüenza.

Mis manos quitaron las suyas de su rostro, y mientras sonreía le dije algo de lo que quizás luego me arrepentía pero... nunca me había sentido tan vulnerable ante alguien.

- No sé si debería decir esto pero... Te quiero.


*Nota de autora: eeee que sepáis que me meo de la risa con vuestros comentarios de fangirls en algunos párrafos, sois mucho.*











The kisseable girl - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora