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El día en el que tuve una conversación no superficial con Blas, fue un día en el que me sentí completamente relajado y libre de todo peso sobre mi espalda, como soltar ese aire que subiste reteniendo durante mucho tiempo. Pongo de ejemplo el nadar, aguantar la respiración mucho tiempo, y sentir ese alivio inmenso después de poder tomar algo de oxígeno para seguir alguna ruta imaginaria.

Cuando charlamos, fue la primera interacción después de mucho tiempo que no sea referente al trabajo, y fue él quién se acercó a mí.

Si no hubiera hecho aquello seguramente seguiríamos en contacto cero.

Recuerdo que salió de la ducha, me miró, no lo veía yo a él al estar sentado de costado en la cama, pero sabía que lo estaba haciendo porque no se movía de aquella puerta corrediza, no se molestó en vestirse, se sentó frente a mi con el torso descubierto y el resto cubierto por una toalla.

Yo levanté mi mirada del celular elevando ambas cejas a modo de duda.

– ¿Te pasa algo a vos?

Negué enseguida, intenté distraerme con la pantalla del celular, pero él me lo sacó para ver qué hacía tanto ahí.

– Blas, dame el celular.

– ¿Lali Espósito? —sonrió— Te gusta.

– No te interesa Blas.

Me acerqué a él sólo para intentar sacarle mi celular, pero él estiraba el brazo, teniendo en cuenta nuestras diferencias de altura se me hacía complicado lograr mi objetivo.

– ¿Estás enojado?

– No tengo ganas de joder ahora, por favor.

Estando cara a cara, en silencio, mirando al otro en un intento de entendernos, comprender nuestras miradas. Blas seguía sonriendo, esta vez en una fina línea en sus labios, aún teniendo mi celular en alto me rodeó con su brazo libre, me abrazó.

No me quejé, no dije nada y me limité a estar estático en mi lugar, sintiendo como el brazo de Blas me apretaba contra él aún más, quería que correspondiera a ese afecto, y al pasar los segundos claro que lo hice, dejó de importar el celular, dejó de importar cualquier otra cosa externa a nosotros.

Cuando nos separamos volvió a hacer la misma pregunta.

– ¿Te pasa algo?

Dijo buscando mi mirada, yo suspiré y asentí, pasando una de mis manos por mi rostro.

– Contame, dale.

Lo miré buscando la forma de contarle que el problema era él, y que lo que me pasaba era él, pero sin decirle que estaba involucrado, sobre todo porque aún yo no estaba seguro de como sentirme al respecto.

– ¿Alguna vez te sentiste rechazado indirectamente?

– Si ese es el problema, deberías hablar con ella.

Ella.

Exhalé con fuerza, Blas notó aquello y frunció el ceño esperando a que diga algo.

Dude unos segundos.

– En realidad... Es "él"

Él sonrió, de forma muy exagerada a mi parecer, pero entendiendo que era una expresión de "mala mía"

– Entiendo que es más difícil, suele ser más complicado porque... Bueno —me apuntó— te gustan los chicos.

– ¡No!

Blas se exaltó, yo me sentí sumamente avergonzado.

– Onda, no, no me gustan los chicos.

– Pero dijiste que uno te rechazó, te sentiste rechazado por uno. —hizo énfasis en la palabra "sentir".

Nada peculiar Where stories live. Discover now