27.

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No sé si por cosa del destino, o porque ya me había visto, lleva la mirada hasta donde estoy yo, y sonríe, y sonrío yo también.

Sin esperar más, camina hasta mi. Y puedo jurar que han sido los segundos más eternos, porque lo que más deseo es ya tenerlo muy cerca para poderlo abrazar.

— Viniste — por supuesto que lo abracé. Y cerré los ojos en cuanto sentí sus brazos rodearme.

— Y no sabes cuánto me costó saber la dirección — deja un beso en mi mejilla y se aleja. Lo veo, y me parece el tipo más guapo de la fiesta, y del mundo.

— ¿Y no le dijiste a los demás?

— Bueno, sí, obvio, pero, digamos que Isaza todavía piensa que nos odias. Más a él que a mí, incluso — se ríe — y los Vargas tenían planes.

Hubo un pequeño silencio que sólo llenamos con miradas y sonrisas.
Probablemente si es muy obvio para todo el mundo la atracción que hay entre nosotros, pero al menos para él y para mí, es un secreto que creemos disimular muy bien.

Lo acompañé por algo para tomar, y por al menos un rato nos mantuvimos a un espacio considerable del resto de la gente.

En cuanto ví a Miguel tratando de salir del círculo de gente que había al centro de la pista, me acerqué para liberarlo de ahí.
Me daba risa la forma tan espantosa en la que sudaba y se quejaba por el encierro.

— Villamil vino — dije despacio. Sólo me miró sin entender — Villamil vino — volví a decir.

— ¿Qué? — se acercó. El volumen de la música de verdad era muy alto.

— Juan Pablo Villamil está aquí.

Eso lo escuchó bastante bien.
Miró hasta la dirección que le señalé, y se emocionó cual adolescente que conoce al tipo que le gusta a su amiga.

La presentación improvisada que hice entre ambos fue mejor de lo que imaginé.

Juan Pablo evidentemente se sintió muy en confianza, y Miguel, bueno... Miguel se adaptaría fácil hasta con una roca si hablara.

— Es más agradable de lo que pensé — dijo, en cuanto Miguel se fue.— ¿Cuáles son tus planes para esta noche? — me miró.

— ¿Para esta noche? — reí.— ¿No es bastante noche ya?

— Si, bueno, me refiero a si piensas quedarte con Fernanda o volver a casa.

Por un momento analicé todo a mi alrededor.
La fiesta estaba muy lejos de terminarse, y no es que eso no me guste, pero por la pregunta de Villamil, y la forma en la que me miraba, supe que él ya tenía algo pensado.

— Podría quedarme, obviamente, pero, sí tú tienes algo mejor, probablemente puedas convencerme muy rápido — lo miré.

— Bueno, mi plan tal vez no es mejor que una fiesta, pero..

— Voy contigo — ni siquiera lo dejé terminar de decir cualquier cosa. Pero sonríe, y asiente ligero — Ahora vuelvo.

Mi único plan a partir de ahí, era avisarle a mis dos amigos que iba a irme.
Fue demasiado difícil que me escucharan, pero lo logré. Por suerte Fernanda no me odió por dejarla en su cumpleaños.

Regresé junto a Juan Pablo, y salimos de ahí.
Mientras caminábamos al coche y la intensidad de la música disminuía, sólo podía sonreír.
Por él, por mí, por esta locura de sentirme enamorada del que ha ido mi mejor amigo mucho tiempo.

En cuanto  comienza a conducir, en la radio comenzó a sonar Juanes.
Y la mayoría de las veces soy sólo yo quien se desborda de locura cuando escucha una canción que le gusta, pero hoy fuimos los dos.
Y esa canción que hoy sonó, la sentí tan mía luego de la forma en la que Juan Pablo me miraba mientras cantaba.

Escondida en canciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora