Capitulo 4

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Cuatro días después del incidente, se encontró con su pequeño jugando videojuegos, el miércoles por la tarde, las tareas ya las había terminado y el evento que le tocaba fotografiar lo tenía para el día siguiente. Se encargó de dormir bien después de llegar de clases, después fueron solo Tilin y él por lo que restó del día, riendo cuando su hijo señalaba emocionado los gráficos moviéndose, no entendía porque Missa le compró un PS4 para su tercer cumpleaños, solo tenían juegos de carros donde Tilin casi nunca entendía nada o uno didáctico, ese sí que le agradaba, aunque cuando estaba con él, se reían juntos al ver como el auto chocaba, o el suyo explotaba, lo que fuera, sus carcajadas llenaban el hogar que tenían, haciéndole sentir extremadamente bien.

──Tilin, debes de ser el peor jugador de la historia, y por encima de todo, el único que se ríe cuando queda en el último lugar.

Su pequeño lo observó curioso pero le continuó mostrando esa sonrisa con dos preciosos hoyuelos marcados a los lados, la cual desapareció cuando ambos oyeron el sonido de su celular. Iba a maldecir, pero prefirió morderse la lengua hasta que observó el nombre en el identificador, "Slime" aparecía en letras grandes.

──Tranquilo, tigre, es el tío Slime.

Observó a Tilin sonriendo al escuchar el nombre de su tío, y luego sus manitas tomaron el control de nuevo. Inició otra partida para que se divirtiera mientras pegaba el celular a su oreja, escuchando la voz alegre que tanto caracterizaba al beta castaño.

──¡Big Q! Hombre, ¿por qué no contestabas?

Conoció a Slime en la Universidad, él era un beta relativamente normal pues tenía un carácter muy agradable, aunque nunca sabía cuándo callarse. Él contaba con todas las facilidades para tener un alfa o un omega cuando deseara, sin embargo, no había tenido una cita hace mucho, mucho tiempo, o eso le dijo. Se encontraron un día saliendo de clases, cuando detuvo el ascensor para él y empezó a contarle la vez que quedó atrapado en este, fue gracioso, al final terminó invitándolo a su casa. Era un buen beta, no tenía por qué temer que le hiciera algo.

Lo curioso es que no tenía muchos amigos, Slime contaría como uno de los pocos y el único cercano de la Universidad. ¿Por qué? únicamente no le llamaba la atención conocer personas, tanto así que de la Universidad pasó a la casa, o del trabajo a la casa, no salió a citas, si iba a algún bar era con un único fin, entonces muchas personas le consideraban poco sociable, imaginaba. No le importaba, Slime era como esos chicles de los que no se puede despegar uno así lo quiera, podía intentar desaparecer de la faz de la tierra por una semana, y Slime era el tipo de persona que llamaría todos los días hasta encontrarle. Él buscaba porque le aburre esperar, y sinceramente se lo agradecía, de no ser por ese agradable detalle de su persona, no tendría absolutamente ningún amigo.

──Slime, es que estamos en un gran momento padre e hijo. ─lo oyó reír a través de la línea, él siempre era tan alegre.

──Bueno, dale besos de parte mía, ¿de acuerdo?

──Claro, de tu parte y el triple de la mía, ya sabes.

──Perfecto, pero Big Q, no es por Tilin por lo que llamé esta vez. ─escuchó como suspiró y preparó su oído, seguro él también estaba tomando aire──. ¡¿Cómo es eso que estabas con Roier Brown en la exposición del sábado?! Dios, no puedo... ¿Desde cuándo salen? ¿Te está cortejando? ¿Te ha marcado? ¿Es tan genial como parece?

Roier Brown, sí, sonaba bien. El nombre perfecto para un alfa idiota engreído que se creía la gran cosa por su posición social y por ello no follaba con omegas pobres y débiles aunque estén en celo y desesperados. Sí, Brown, el apellido de un cretino. Juraba que lo único bueno que había sacado de esos días en celo es saber que su omega debe olvidarse de él de una buena vez, y no chillar de felicidad por saber su apellido como ahora. Suspiró apoyando su cabeza en el respaldo del sofá, debería ya haber cesado esa ansiedad por él. ¿No sirve que haya pasado todo su celo con su imagen en la cabeza? ¿Con su aroma? El pensar en su tacto y sus labios... Oh sí, debía controlarse.

© The Perfect Omega | Spiderduck Where stories live. Discover now