Capitulo 31

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──Alex, amor ¡Ya es hora de ir a estudiar!

No dormía, escuchó con claridad el grito de su madre mientras daba la milésima vuelta sobre la cama, con las frazadas ya en el suelo. Terminó por mirar el techo, soltando un largo suspiro trás llevar una de sus manos a su vientre, acariciándolo. Tan plano, tan igual a un día o una semana antes... ¿Cómo es que había dejado que sucediera eso? Sí, fue su culpa por olvidar tomarse los supresores, pero tenía diecisiete años, nadie se espera que eso pase tan pronto... Menos cuando Luzu no lo dejó ni respirar una vez llegaron a su casa. Es su culpa, claro que es suya, aunque es más por ser un idiota y no pensar en lo que podía suceder.

¿Qué nombre suena más bonito? Le gusta Laín, ¿Por qué? No lo tenía muy claro aún pero se imaginaba a su hijo como el alfa más hermoso de todos; fuerte, inteligente, capaz, pero a la vez con una sensibilidad que le encantaría que tuviera.

"Podríamos ponerle Luzu Junior. No, vamos a ponerle Lin. Amor, lo que tú quieras. ¿En serio? Gracias amor, te amo", se imaginó teniendo esa charla con su alfa, aunque sabía que lo más probable era que no se tomara bien la noticia, ni él ni nadie. Sus padres de seguro harían que se mudara con su alfa y aún ni había terminado la escuela, tampoco quería perderlos, los amaba mucho, a ellos y al tarado de su hermano, aunque la última parte podía guardarsela para sí mismo.

Pasó la yema de sus dedos por la marca en su cuello y suspiró, al final, se suponía que tarde o temprano se mudaría a vivir con Luzu y le daría todos los hijos que deseara, eso debería parecerle bien, hacer feliz a su alfa era su razón de vivir, entonces ¿Por qué tenía tanto miedo?

Cuando Luzu lo marcó, sus padres se pusieron tan felices, incluso su hermano se puso algo celoso. ¿Qué mejor que tener a su pareja eterna a los diecisiete años? hasta le hicieron una fiesta, aunque él no la quisiera porque vaya que le dolió esa mierda. Él había esperado la magia, los fuegos artificiales, la sensación de su corazón llenándose de felicidad... Y lo único que sintió fue un hueco creciendo en su pecho y un inmenso dolor en el cuello. No se lo dijo a nadie, sonreía e intentaba parecer que todo iba perfecto, incluso con Luzu, quien lo presumió ante cada uno de sus amigos como el trofeo de una noche de bolos.

Quizás es que la realidad estaba muy alejada de lo que uno se imaginaba por la mordida, el lazo y el amor eterno.

──¿Alex? Hijo, te estoy gritando, cielo ¿Por qué no me haces caso?

La cabeza de su madre se asomó por la puerta y suspiró, acurrucándose más en su propio cuerpo, asegurándose de no presionar su vientre cuando encogió tanto sus piernas que sus muslos llegaron hasta su abdomen. Ella caminó y se sentó a su lado, llevando una de sus manos a su oscuro cabello, acariciándolo.

Su madre era la omega más hermosa del mundo. Una sonrisa preciosa, piel clara, ojos que iluminaban cualquier oscuridad y una personalidad demasiado bondadosa. Ella amaba a su padre, a Missa y a él. Su papá también era un alfa muy respetado, admirado y majestuoso, cualquiera se lo imaginaría como un caballo, el más espléndido semental. Siendo una pareja como ellos lo eran, ¿Qué quedaba para Missa y para él? Su hermano mayor soñaba con ser como su madre, y ellos al ser omegas hombres, solo deseaban encontrar a alguien que los amara siendo... Así.

Aunque su mamá siempre les dijo que eran completamente hermosos, que no debían preocuparse porque al día de hoy había mucha diversidad en gustos, y alfas que quisieran a un omega hombre tan bonito como lo eran ambos. Sí, ella siempre lo hacía sentir muy bien.

──No quiero ir a clases. ─susurró, mirándola con un pequeño puchero en sus labios.

──¿Y por qué? Allá está tu alfa, hijo, debes ir y estar con él. ─los dedos de la mujer se hundieron entre los mechones atezados de Quackity, logrando que soltara un pequeño ronroneo──. Parece que andas muy caprichoso últimamente, amor.

© The Perfect Omega | Spiderduck Where stories live. Discover now