Capitulo 18

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Observó el gran edificio desde el auto ya estacionado fuera. Suspiró cuando los dos hombres se bajaron de este y uno de ellos le abrió la puerta, incluso le tendió la mano pero se negó con un movimiento de cabeza. Se tomó su tiempo para salir del coche, ya había cortado la comunicación con Spreen cuando entendió, más o menos, lo que tenía que hacer.

Estaba emocionado, tan excitado pero tan aterrado a la vez, además de que tenía la cabeza llena de dudas, de tantas preguntas que deseaba Roier contestara, aunque sabía que cuando lo viera, el castaño no desearía articular palabra y seguramente él tampoco.

Aún no estaba seguro de si Spreen había oído mal o si fue una equivocación, tal vez Roier lo terminaba sacando a patadas de su penthouse como a las omegas que le habían llevado, pero fuera como fuera, quería intentarlo. Su deseo por ayudarle y las ansias por ser deseado, por el dueño de sus pensamientos, podían más que el mismo temor de salir marcado de esa habitación. ¿Qué tal si Roier llegaba a odiarlo por ir sin su consentimiento? Spreen bien podía estar equivocado, porque al final habían sido muchos días sin verse y Roier no había movido ni un solo dedo para cambiar eso, aunque él tampoco, pero tenía sus razones.

──Vete de aquí. ─escuchó una vez el ascensor se detenía y abría sus puertas, indicándole que llegó al último piso del edificio, donde se encontraba el Penthouse del alfa──. ¿Acaso eres estúpida? Te dije que te largaras, por tu cuenta o por la mía, pero te aseguro que si es a mi modo no saldrás en una pieza, bonita. ─al estar justo en medio de la entrada de su habitación, podía oírlo bien, era Roier, estaba seguro de que esos gritos que sonaban casi como fuertes gruñidos enojados provenían de él, era su voz.

Corriendo desde el fondo del largo y oscuro lugar, ya que ni una de las luces estaban encendidas, vió una omega delgada de largas piernas en tacones, haciendo resonar sus zapatos en el mármol del suelo, corriendo tan torpemente que estuvo a punto de caer. Dos veces, ella llevaba un vestido blanco que cubría sus muslos para luego un poco más arriba enseñar su escote.

Era su turno, pensó. Definitivamente las chicas que le traían a Roier eran de calidad.

──Este...

──Sal de aquí ─le dijo, acomodándose sus ropas una vez se sintió segura dentro del elevador. La chica se coloco en uno de los extremos y respiró profundo, mirándolo, mostrándole el infinito terror en su mirada. La comprendió, ningún omega amaría ver a un alfa en celo enojado, muchos seguramente no habrían salido vivos por eso mismo──. Roier no está... Normal. Él nunca ha sido así, tú... Solo vete, ¡Te hará daño! ─suspiró, sí, lo mismo le había dicho Spreen, Roier no era el mismo de siempre. Dió unos dos pasos para entrar al penthouse y salir del elevador, ante la mirada atónita de la chica.

──O se hará daño. ─masculló, no supo si le escuchó porque las puertas del elevador no tardaron en cerrarse detrás suyo.

Caminó mucho más decidido que antes hasta la habitación principal, al final de ese enorme lugar. Imaginó que esa era la habitación no solo por ser la más grande, y tampoco precisamente porque la chica había salido corriendo por ese pasillo, sino porque olía a Roier, Roier y solo Roier. Algo parecido al chocolate y menta, un olor cálido y reconfortante; ronroneó queriendo acercarse más hasta que abrió con cuidado la puerta y lo vió ahí.

Roier estaba sentado sobre su cama con las manos frotando su rostro, el lugar era un completo desastre, aunque no reparó mucho en contar cuantas ventanas rotas o cuantos muebles destrozados habrían, primero porque la oscuridad del lugar no se lo permitía y segundo porque él estaba ahí. Su omega jadeó al igual que él mismo, lo sintió arañarlo interiormente queriendo que se lanzaran hacía el chico.

──Quackity. ─susurró, él aún no le había visto y no estaba muy seguro de si lo habría oído o escuchado, así que podía ser su aroma o lo desarrollado que estaba su oído para ese instante.

© The Perfect Omega | Spiderduck Where stories live. Discover now