35| "TE QUIERO"

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Scarlett Brown

El ambiente en la gran lata con alas es tranquilo. Voy sentada en un sofá de cuero blanco, muy cómodo. El cinturón de seguridad me mantiene fija en mi sitio, sin apretame demaciado. Los ocho hombres que me han "raptado" desaparecieron de mi vista, dejándome a solas con el silencio, y la mirada "discreta" de Wills.
El hombre rubio me vigila de reojo a una distancia prudente, pero con mi experiencia puedo lograr sentir sus ojos azules en mi, cada vez que corrobora que me encuentro bien, a grande rasgo.

Mientras veo por la ventanilla y pienso en lo lindo que se debe sentir la brisa a estas alturas, el asiento a mi lado es ocupado por un cuerpo grande y musculoso, pero no tomo la moslestia de obsevarlo, y solo continuo viendo por la ventanilla las blancas y dispersas nubes que rodean el avión.

—¿Como te sientes?—La voz de Jade se escucha luego de unos cuantos segundos.

Aprieto mis manos, y luego suspiro suavemente intentando contestar.

—Yo...no lo sé.—mi voz me encuentra, y siento como mi pecho se ensancha con esperanza.—Es una pregunta...compleja.—Finalizó suavecito.

Jade guarda silencio un momento y lo escucho suspirar suavemente antes de volver a hablar.

—Princesa, no sabes lo mucho que extrañaba oir tu voz—Hace una pequeña pausa y continua.—,y creo que te puedes imaginar el esfuerzo físico que estoy haciendo para no abrazarte...—Trago pesado y siento que mi corazón se comprime en mi pecho.—Leí el informe médico, Vio. Se que no quieres hablar de ello. Pero solo quiero que sepas que como futuro profesional de la salud mental, y como tu novio y mejor amigo; es mi deber aconsejarte.—Lo miro fijamente y siento que mis ojos se nublan por las lagrimas que se acumulan en ellos. No sé si sea porque es muy reciente, o porque jamás dejará de doler.— Lo mejor será que asistas a terapia...

—No...—Niego rápidamente. No quiero volver a pasar por lo mismo. Esas torturuosas preguntas que solo me hacen pensar en lo que pasó una y otra, y otra vez.

—Tranquila, cariño. No te obligaremos a nada.—dice con cierta tristeza en su tono mientras toma mi mano con delicadeza.—Es solo un consejo..—Avisa con tranquilidad acariciando suavemente el dorso de mi mano.—Tu aceptas, solo si asi lo quieres...—Me mira fijamente a los ojos como si quisiese que entienda que solo es una propuesta, no desea obligarme. Y eso me tranquiliza demasiado.—Tengo una vieja amiga, que hoy es profesora y terapeuta, es fabulosa y simpatica, se que ella puede ayudarte en este proceso... se que es difícil, y muy complejo de sanar, pero no es imposible.—En este momento soy lágrimas, mientras él continúa hablando con serenidad, intentado transmitir su paz y comprensión hacia mi. Pero mi corazón se empeña en hacerme sufrir.—Nena, ¿me dejas...?

No le permito terminar su pregunta, ya que me lanzó a sus brazos con cierta necesidad de contención. Como aquella noche que recibí consuelo en sus brazos, cuando supe la verdad de mi madre.

—Gracias..—susurre suavemente en su cuello.

—No tienes nada que agradecer, yo tendría que agradecerte a ti, por permitirme seguir aquí contigo...por que me amas.—Acaricia mi cabello.—Eres un jodido ángel caído del cielo, y no te merecemos..—su voz sonaba tan calida.—Eres lo mejor que me pudo haber sucedido, y no se que haría sin ti. Eres mi debilidad, mi todo. Soy capaz de todo por ti...—Habló en mi oido mientras me estrechaba contra él.—Por eso te prometo por mi vida que todo aquel que te lastimo pagará, con su vida. No se irán de este mundo sin pedirte perdón de rodillas...

Mi piel se eriza al oírlo, sus palabras se escucha tan reales, y sinceras que no puedo evitar sentir que más que una promesa, era un hecho; él se encargaría de hacer justicia. Y no sabía hasta qué punto podía entender la magnitud de sus palabras, pero una parte de mi se sentía completamente segura, y completa en sus brazos.

El RegresoWhere stories live. Discover now