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Lo primero que veo al llegar a California es a Benjamín totalmente solo con unos tulipanes azules en la mano y estirando el cuello para tratar de encontrarme entre la gente que llega conmigo.

Cuando nuestros ojos se encontraron quise echarme a llorar, corrí hasta él y solté la maleta en el suelo saltando a sus brazos, casi lo tiro pero se mantuvo firme cuando rodeé su cuello con mis brazos y sus caderas con mi piernas, Benjamín me rodeó la cintura con fuerza.

Algunas personas se detuvieron para mirarnos sorprendidos, pero hundí la cara en el hueco entre el cuello y el hombro ignorando a los demás, necesitaba demorarme y saber que me estarían sujetando sin importar nada más.

–Hey, peque.–Me apretó más contra él, subiendo una mano a mi cabeza para aferrarme más a él.–¿No ha sido un buen viaje?

Olía a hogar, a mi refugio y si como si fuera posible hundí más la cara.

–Irina...–Su voz sonaba más a un lamento.–Llora, estoy aquí, ya estoy aquí.

Lo que necesitaba para ser un moco sobre su hombro, ni siquiera entiendo porque me he venido tan abajo, ¿por lo de Cícero? ¿Por volver del paraíso? ¿Por tener que afrontar de nuevo la realidad o...por volver a casa?

No sé cuanto tiempo ha pasado cuando por fin me tranquilizo y tomo el control de mis emociones, sólo sé que tengo el cuerpo entumecido, me bajo de los brazos de Benjamín y él me ayuda a no caerme cuando mis pies tocan el suelo.

–Lo siento...seguro tienes los brazos adoloridos.

Me agarra la cara con sus manos y me limpia los últimos rastros de lágrimas.

–Ya sabes que no me importa, por algo voy al gym.

Casi me río, pero justo me doy cuenta de que ha dejado caer el ramo al suelo para sostenerme.

–Las flores, lo siento.–Me agacho para agarrarlas.–Son preciosas, gracias.

–Quería traer algo que te recordara que este sigue siendo tu hogar.

Le golpee con suavidad el hombro negando con una sonrisa.

–¿Cómo voy a olvidarlo?

Su brazo pasó por mis hombros y me guío hasta su coche.

–Quien sabe, se te veía muy cómoda en Grecia.–Dio un largo y dramático suspiro.

–Que idiota.–Ruedo los ojos y con su mano libre me pellizca el costado.–¡Ay!

Nos reímos a la vez y me abre la puerta del copiloto.

–Madame.–Me hace un gesto servicial.

–Que educado.–Me siento y me guiña el ojo.

–Ya sabes que siempre.

Me cierra la puerta y va a su sitio detrás del volante mientras yo me apoyo en la puerta mirándolo, no me pregunta por mi llanto, simplemente espera a que esté lista para hablar de ello y eso me hace estar más tranquila.

–Si tengo un moco dímelo, noto tus ojos clavados en mi cara.

Mis sonrisa se ensancha y desvío los ojos a las carreteras tan familiares.

–No te voy a decir si  tienes un moco, sufre un poco.

–Grecia se ha llevado toda tu bondad y amabilidad.–Curva las comisuras de sus labios hacia abajo totalmente ofendido.

–¿Cómo están los demás?–Vuelvo a mirarlo y vuelve a su expresión normal.

–Alma está pensando en cambiar algunas cosas de la boda.

Cloud 2 (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora