Capítulo 10

26 4 0
                                    

La caminata de regreso a casa nos bajó el cachondeo de un hondazo, es decir, dieciséis cuadras, mientras nos caía rocío helado en las pieles. Por mucho que lo deseáramos era poco realista llegar a la cama con la misma necesidad y calentura que cuando comenzó todo.

Caminábamos uno al lado del otro, nuestros hombros chocaban de vez en cuando en un intento juguetón de mantener el contacto. El silencio nos acompañaba y si bien tenía un millón de preguntas en la cabeza opté por camino fácil.

- ¿Cuántos años tienes? - lo miré mientras acurrucaba más las manos en mis bolsillos.

- Veintisiete.

Asentí despacio mientras pensaba otra pregunta.

- ¿Color favorito?

- Eso depende.

Lo miré con el ceño fruncido y una sonrisa.

- Por favor, expláyate...

- Cuando era adolescente me gustaban las pelirrojas, pero ahora me atraen las castañas. - elevó sus cejas en señal de coqueto y yo me puse colorada.

- Que tonto eres. 

Dió un paso detrás de mi y me abrazó por las espalda. Me sentí conmovida.

- Aw, creo que es la primera vez que me abrazas. - sonreí.

- No te estoy abrazando, estoy ocultando el cuchillo de la policía.

- Oh, si claro. Eso pensé, era raro que me abrazaras - mordí mis labio avergonzada mientras la patrulla pasaba a toda velocidad por nuestro lado, seguido de una ambulancia.

Ya habíamos puesto suficiente distancia entre ellos y nosotros pero aún así el seguía calentando mi espalda con su pecho. Era más alto que yo y por momentos apoyaba su mentón sobre mi coronilla.

Quería hacer algún chiste sobre que no me usara de bastón pero tampoco quería que me soltara. Un ruido proveniente de entre los árboles me alertó y me tensé por completo.

- Sigue caminando y no mires - susurró en mi oído. Mi pobre corazón taquicárdico había entrado en labor otra vez, pero seguí sus instrucciones.

Caminamos unos cuanto metros más y pasé de tensa a preocupada, cuando oímos el ruido de unos cristales romperse a pocos pasos de nosotros.

- Nick...- mi voz era baja, tenía miedo.

-Shh...- Acarició con su pulgar mi abdomen, al igual que la primera vez que interactuamos.- Ya casi llegamos, tranquila.

Una sombra empezó a asomarse de entre los árboles, no la veía pero se dibujaba su silueta en el suelo entre los palos de madera de las farolas. Empecé a hiperventilar.

- Cuando te diga quiero que corras a tu casa y te encierres en el baño ¿Me oíste?- murmuró con su boca pegada a mi oreja. Saqué las manos de mis bolsillos y sujeté las de él con fuerza.

- Si...- respondí en un tono igual de imperceptible que el suyo.

- No mires para atrás, no importa lo que oigas. Y no abras la puerta del baño hasta que sea yo quien te lo pida.

- Está bien...- mi boca comenzó a temblar del miedo.

La sombra se hizo visible en la vereda y pude distinguir que tenía una botella rota en la mano. Sentí escalofríos. Dio un paso en dirección a nosotros y en un santiamén sentí un aire gélido en mi espalda y el grito de Dominick erizándome la piel.

- ¡Vete!

Corrí tan rápido como mis piernas dieron a basto, solo estábamos a media cuadra de casa así que galopé esos metros en un tiempo récord. Cerré la puerta de entrada de un golpe y subí las escaleras reteniendo el aliento. Entré en el baño y giré la perilla colocando la traba. 

606 [pausada]Where stories live. Discover now