Capítulo XXIX

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Yunkai, Essos.

—Bueno, esto es sorprendente—murmuro al entrar al palacio, siendo recibida por mi hermana y sus hombres—. La conquista corre por tus venas, ¿no es así?

Se encoge de hombros avanzando hasta mi para rodearme con sus brazos.

—Has vuelto—sonríe—. ¿Cuando llegaste?

—Hace dos días. Hay... problemas que resolver—suspiro acariciando su cabello—. ¿Cómo conseguiste esto?

—Mis hombres hicieron un buen trabajo—se aparta y señala a Jorah y otro hombre. Castaño oscuro, con barba, vestimentas de soldado y una mirada hambrienta—. Él es Daario Naharis, es el capitán de los Cuervos de Tormenta.

—Mhm, mercenario—enarco una ceja y miro sobre mi hombro a ser Barristan—. ¿Algo para decir?

—Su fuerza es de quinientos jinetes, majestad. Son buenos.

Es decir, por la mirada que me da, que no confía al cien, pero aprueba que al menos estén de lado de mi hermana.

Eso no quita que el dinero decida por ellos.

—Me alegra oír que tiene a mi compañía en buena estima—dice el anteriormente mencionado—. ¿Ustedes son...?

—Es mi hermana—lo interrumpe Daenerys—. Alyssa Targaryen, es la heredera al trono de hierro y reina del norte.

—Ya veo, parte de la guerra Westerosí—asiente e inclina la cabeza—. Un gusto, su majestad.

—Lo mismo digo—miro de nuevo a mi hermana—. ¿Hablamos? Debo volver a Qarth pronto y tú... pareces tener todo en orden aquí.

Asiente. Ambas nos encaminamos fuera del salón y atravesamos un largo pasillo que atraviesa casi todo el palacio hasta llegar a un balcón. La brisa fría lo baña y yo agradezco el aire fresco.

—Pareces preocupada—dice Dany—. ¿Qué pasó?

—Nos traicionaron, intentaron matarnos—murmuro y se tensa—. Los Frey y, según entiendo, también los Bolton. Se aliaron con los Lannister y nos atacaron durante la boda del tío de Robb. Su madre murió, muchos de nuestros hombres también y Robb no despierta. Aunque está vivo.

Visella tuvo que explicar la historia un par de veces. Sentí rabia, pero también satisfacción por las medidas que tomé contra ellos.

Ya no hay casa Frey, y a menos que el bastardo de Lord Bolton tome las riendas de su casa... tampoco hay Boltons.

—Esa no era la forma en la que quería conocer a tu esposo—respira profundo—. ¿Va a estar bien? ¿Cómo estás tú?

—Él va a... perder sus recuerdos hasta que los dioses decidan devolvérselos—apoyo mis manos en el pasamanos—. Eso dice Visella. Y yo... estoy embarazada.

Me mira fijamente.

—¿Estás feliz por ello?—pregunta y me encojo de hombros

—De cierta forma, pero también estoy aterrorizada—suspiro—. No sé como criar a un niño, pero tengo a Visella y dijo que va a ayudarme—me encojo de hombros—. Es mi bebé al final de todo y voy a dar mi vida por él de ser necesario.

The queen of fire and ice [Robb Stark]Where stories live. Discover now