Capítulo XXXIII

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Un mes después...

—La misiva de la casa Martell es que van a mantener su juramento, incluso después de la boda—informa Robb y asiento acariciando mi vientre—. Oberyn va a enfrentarse a la montaña en un par de días.

—Lo escuché—miro a ser Barristan—. ¿Cree que Oberyn tiene oportunidad de ganarle a ser Gregor, ser Barristan?

Tyrion al parecer ha pedido un combate. Y por supuesto, Cersei eligió a la montaña, lo que deja pocas opciones de contrincantes para su pequeño hermano.

—La tiene, majestad—asiente—. Sin embargo, será un combate duro y todo dependerá de lo que los dioses deseen.

—De lo que yo desee—corrijo—. ¿Usted sabe entrar a escondidas a la fortaleza roja, ser? Me gustaría ver a Oberyn.

—¿Tú misma?—Robb frunce el ceño—. Estás embarazada, Alyssa, eres la reina. Ir a la boca del león no es una buena idea.

—Solo serán unas horas—pongo mi mano sobre la suya—. Será entrar y salir en menos de nada. Y puedes venir conmigo si deseas protegerme.

—Alguien debe quedarse y gobernar, majestad—dice Visella—. Grey Worm la acompañará, es nuestro mejor guerrero; él y ser Barristan son más que suficientes par protegerla.

—Si Oberyn Martell muere a manos de la montaña, nuestra causa se debilita, es un buen guerrero y estratega—miro a mi esposo—. Confía en mi; necesito ir y hablar con él.

Robb respira profundo y toma mi rostro entre sus manos para apoyar su frente en la mía. Una de sus manos desciende a mi vientre mientras me mira a los ojos, transmitiendo su nerviosismo e inseguridad con que yo vaya.

Lo entiendo. No solo soy yo, también es nuestro hijo.

—Protegeré a nuestro bebé—aseguro—. Nada va a pasarnos, Robb. Vamos a estar bien, necesito que Oberyn escuche directamente de mi que lo que hará es una gran estupidez.

—La reina estará bien, majestad—le asegura Visella—. Y su heredero también.

—Horas—condiciona Robb y ruedo los ojos—. Ser Barristan no se aleja de ti y quiero que des la orden a Grey Worm de comenzar una guerra de ser necesario si algo te pasa.

—Bien—accedo—. Necesito que mantengas mano firme aquí y en Mereen, visítalos un par de días. Y... no te alarmes si algunos dragones aparecen.

Frunce el ceño.

—¿Dragones?—niega—. Solo tenemos a los tres de tu hermana y a Balaur, no hay...

—Si hay, majestad—Visella llama su atención—. Se escuchan rumores de dos dragones volando por los cielos en dirección a Qarth. Sin embargo, yo me encargaré de ellos—me mira—. Puedo con eso.

—Deberías montar uno—propongo y enarca una ceja. Me encojo de hombros—. Eres una Targaryen, deberías ser jinete de dragón, Visella. Solo es una sugerencia.

—Lo pensaré—asegura, pero hay negación en su gesto.

—Bien, partimos al anochecer.

Tres días después...
King's Landing, Westeros.

Majestad—Oberyn llega a mi lado mientras paso mis dedos por lo que antes fue Balerion. Y de él solo queda su cráneo.

Tal como lo describen, gigante, sin embargo más pequeño que Balaur. Sus dientes son del tamaño de espadas y estoy segura que aterrorizaría a cualquiera si viviera.

Balaur es enorme, ha vivido mucho tiempo. No sé cuanto, Visella dice que más de ciento cincuenta años, lo que me deja confusa con su tamaño.

Los dioses actúan de formas extrañas. Supongo que es adecuadamente grande para la guerra que tendremos que vivir dentro de unos meses.

—Te creí un hombre inteligente, Oberyn—lo miro, apoyando mi mano en mi vientre. Sus ojos se desvían ahí y sonríe

—Felicidades por el heredero, y lamento la muerte del rey—dice—. Me ofrecería a buscar un nuevo esposo que sea buen aliado, pero me temo que estoy un poco ocupado—bromea y río

—No es necesario, pero se agradecen tus buenas intenciones—suspiro—. Vas a pelear contra la montaña.

—Voy a hacerlo confesar la muerte de Elia.

—Vas a morir en un acto de estupidez cegado por la venganza—lo miro—. Prometí darles venganza por la muerte de Elia y eso voy a hacer. Pero si sigues acelerando las cosas solo terminarás muerto y sin hacer nada por tu hermana y nuestros sobrinos.

Pienso cumplir. La montaña va a pagar por el destino que le dió a Elia y a mis sobrinos. Pero no creo que esta sea la mejor solución.

—¡Es mi hermana!

—No grites—siseo—. Sé que es tu hermana, Oberyn. Pero necesito que uses la inteligencia que se dice tienen los Martell y pienses con la cabeza fría. Voy a quemar a la montaña, lo haré, te dejaré dar la orden si lo deseas, torturarlo todo lo que quieras. Pero si peleas mañana hay muchas probabilidades de que mueras y eso no servirá de nada a la venganza por la muerte de tu hermana.

—Tengo habilidades, majestad, le aseguro que no habría aceptado si no tuviera la capacidad de vencer a ser Gregor Clegane.

—¿Soy tu reina, Oberyn?—pregunto y aprieta los labios—. Contéstame, ¿lo soy?

—Si, majestad.

—Si te ordeno no luchar mañana, ¿qué harás?

—Suplicar su perdón, porque no hay nada que me pueda hacer cambiar de opinión—declara y respiro profundo, asintiendo antes de mirar a Lord Varys, que espera a unos metros.

Hay que saber elegir las batallas. Y por esta vez, solo porque Elia era la esposa de mi idiota hermano y odio lo que sufrieron ellas y sus hijos es que permitiré esto.

—Retírate, es todo—autorizo a Oberyn antes de encaminarme hacia Varys

Veo a Oberyn subir las escaleras y cruzo las rejas junto a ser Barristan y Grey Worm, respirando profundo antes de sacar un frasco de mi bolsillo y extendérselo a Varys.

—Que lo pongan en el agua de ser Gregor—ordeno y asiente—. Oberyn es esencial, lord Varys. No deje que lo maten.

—Si, majestad—guarda el frasco—. ¿Puedo... saber el estado del rey?

—Sin memoria aún, pero estará bien—suspiro y acaricio mi vientre—. Ven a Qarth cuando puedas, creo que es hora de que mi consejo esté cerca de mi.

—Pronto, majestad—asegura y le ofrezco una sonrisa

—¿Cómo está todo aquí?—miro a mi alrededor, en el sótano lleno de polvo y suciedad, con los cráneos de los dragones siendo guardados como cosas inservibles.

—Lady Margaery se convirtió en reina esta mañana—respira profundo—. Cuando se recupere del parto, aconsejaría una visita a Lady Olena Tyrell con la compañía de Balaur, majestad.

Río.

—Por supuesto, lo haré.

—Lady Sansa Stark ha desaparecido—sigue y frunzo el ceño—. Creemos que irá al norte para tomar su lugar como heredera, o quizás al valle para pedir ayuda a la familia de su difunta madre.

—Ella no es heredera de nada, pero está bien que todos lo crean por ahora—ruedo los ojos—. ¿Qué hay del bastardo de Ned?

—Los hombres de Stannis van a tomar a la guardia nocturna, eso es lo que me ha llegado del norte—informa y aprieto los labios—. Es un buen momento para tomar Dragonstone.

—Aún no, veamos cuales son las intenciones de Stannis en el Norte—respiro profundo—. Me mantendré en contacto. Mándeme noticias sobre el destino de ser Gregor.

—Si, majestad—asiente mientras nos guía a la salida.

Ser Barristan y Grey Worm junto a los diez inmaculados vestidos de civiles se aseguran que el perímetro sea seguro antes de asentir y llevarnos a la orilla, donde un pequeño bote nos espera.

—Cuídese, majestad—dice Lord Varys y asiento—. Y pase lo que pase, el estado del rey no debe ser revelado todavía.

—Lo sé—subo al bote con ayuda de los inmaculados y suspiro cuando por fin comenzamos a alejarnos de las costas.

The queen of fire and ice [Robb Stark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora