Capítulo 4: ¿Un encuentro predestinado?

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Después de envolverme la niebla mi cuerpo se formó un resplandor de luz tan cegador y al desaparecer me doy cuenta que me encuentro sobre la cama mullida. ¿Se trataba de un sueño? Todo es un misterio desde que ese reloj entró a mi vida. Hay situaciones que te dan más incógnitas que soluciones. Esta es una de esas veces.

Mi mente se encuentra bloqueada con aquellas últimas palabras, quizá aquel hombre que estaba aquí en el momento al que me desperté pueda aportarme alguna solución a mis dudas.
Lo malo de esto es morirme de los nervios por no tener la suficiente paciencia. Aquello me tiene enfurecida conmigo misma. Joder, por qué no puedo tener calma en estas situaciones. Es algo que siempre me pregunto luego de perder todo lo bueno y quedarse solo las emociones más negativas.

Los pájaros sobrevuelan cerca de la ventana y me causa gracia la forma en como se desplazan todos al mismo tiempo. Sin embargo, no conozco a esa especie en concreto, parece un colibrí por el tamaño y está repleto de pequeños círculos de colores rosas, verdes y azules sobre su cabeza mientras en sus plumas son  de un tono anaranjado y amarillento. Aquello hace un contraste muy intenso con el negro de su plumaje. Quizá sean familiares de las golondrinas u otra especie desconocida.

—Mira a esa humana, no está mirando —escucho a uno de su comunidad hablar con una voz muy aguda.

—Hijo, no seas maleducado con la señora —le reprende una de las aves con mayor tamaño.

—Pero es que no deja de mirarnos —añade con molestia.

Ni que tuviese ganas de mirarles, solo ando aquí aburrida. Si tuviese algo mejor que hacer no estaría observando a aquellas aves pomposas; seguro son malas y traen mal augurio como al observar un grupo de buitres seguirte mientras hacen círculos alrededor tuya.
Un momento... ¿Han hablado! Esto si que no puede estar pasando. Me parece que al final si voy a necesitar aquel brebaje, quizá quiso decir jarabe pero se confundió de palabra. ¿Por qué estará tardando tanto?

Por suerte, para mi sorpresa escucho el sonido de la puerta cerrarse. Una parte dentro de mí se encuentra feliz porque él podría ofrecerme más información sobre mi situación actual. Luego de un par de minutos veo la silueta fornida del hombre a través del cristal de la puerta, la cual, conecta esta habitación con un largo pasillo pintado de color verde claro. Lo veo entrar con esa máscara tan extravagante y me percato de unas pequeñas manchas de colores violáceos sobre sus hombros. ¿Ha estado pintando?

—Gaia, ¿cómo te encuentras? —balbucea de una forma un poco inteligible debido a lo que lleva en la cabeza.

—Creo que no estoy bien. —Literal, me duele todo. La espalda la tengo algo dolorida de tanta caída—. Unos pájaros se han puesto a hablar sobre mí.

—Eso es normal con los Corkiv, ten cuidado con ellos. Pueden parecer muy adorables pero son muy peligrosos al anochecer.

Al escuchar eso me dio algo de curiosidad, no sé por qué dirán aquello. A mí me parecían animales muy estridentes. Encima cambian de forma... me da risa al imaginarme algo atroz y grotesco. Puede ser perfecto para animar a dormir a los niños rebeldes.

—¿Qué hacen por la noche? —inquiero con cierta dulzura en mi voz.

—Por suerte no he tenido el gusto de ver a ninguno. Solo conozco algunos detalles que cuentan de tanto en tanto dentro de la taberna. Sin embargo, es un lugar bastante peligroso; preferiría que te abstuvieses de visitar aquel lugar.

—Entiendo —No me ha dicho nada sobre aquel tema, quizá deba olvidarme de aquel asunto—, ¿has traído aquello a lo que fuiste buscar?

—Cierto, se me olvidó con tu pregunta je, je. —Una amplia sonrisa en la que muestra sus dientes relucientes emerge de él e intento calmar el impulso de poner mis ojos en blanco.

Dualidad temporalWhere stories live. Discover now