Guerra de Celos

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Pasaron los días desde que tuvimos sexo,cuando viene Vannesa le hago la vida imposible a esa zorra, claro que no acepto este matrimonio y nunca lo hará, pero no le daré el gusto de dárselo.

Hoy estoy en la oficina con Leah caminando en el pasillo, cuando veo a mi propio marido ligado a una zorra.

-Con que en esa estamos.

-Hay no esa mirada de maldad, es que le harás algo.

-Obviamente que lo haré.

Justamente estaba pasando el jefe de administración algo que Sean odia tanto, así que me le acerque y le di un beso en el cachete.

-Como amaneció mi chico.

-Susurra- otra venganza.

-Susurra-Sigueme la corriente.

-Pues bien amor, ¿y dime qué tal tu fin?

-Ya sabes lo típico de una soltera, fiesta alcohol y trabajo.

Veo a Sean y la palabra soltera lo hizo enojar.

-Cariño te tengo malas noticias.

-ah si ¿Cual?

-Reunión de la nueva generación de sicarios, y sabrás quien estará allí.

Casi se me olvida de esa estupida reunión.

-Lo más seguro que valla el.

Veo que alguien me agarra la cintura,y veo que es Sean con una cara de celocimo fácil de reconocer, el me besa apasionadamente delante de todos.

-Cariño es hora de irnos a mi oficina.

-No se a quién le dices cariño, recuerda que soy soltera.

La palabra soltera hizo enojar a Sean, pero me da risa esa mirada de un celópata.

-Ah si , una soltera tiene hijos.

Veo y todos empezaron a susurrar.

-Existe madres solteras, claro ejemplo tu tía.

Los susurros eran más notables y Sean sigue siendo escandaloso.

-De paso te recuerdo que esos hijos son suyos.

Aparte del susurro empezó a señalarlo.

-No me retes.

-Tu empezaste con esta guerra.

-Y daré fin a esta estupida guerra de celos.

-Levanta una ceja- ha si como.

Sean me carga y me nalgea.

-Bájame maldito marginal de mierda.

El niega y se ríe, aparte el mal parido me sigue nalgueándo.

-Nos vamos de Luna de miel.

-De que carajo hablas, de paso quien se encarga de cuidar a nuestro hijos.

-No te preocupes amor, nuestros hijos están con mis padres, y este es el regalo de mi tía por nuestra boda.

-Idiota.

-Pero soy tu idiota.

Ambos salimos de allí, hacia no sé dónde, pero lo que sé es que no será en el país, porque vamos en dirección al aeropuerto.

-Hay dios míos, ¿que me vas hacer?

Sean no me dice nada, pero lo que sé es que esa mirada no será nada bonito.

Fin.

Casada con la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora