Capítulo 38.-

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Las antorchas colgaban de forma irregular sobre las paredes del palacio, como sí de algún modo el encargado de construir ese lugar hubiera decidido que no iba a estar dispuesto a poner todo en orden

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Las antorchas colgaban de forma irregular sobre las paredes del palacio, como sí de algún modo el encargado de construir ese lugar hubiera decidido que no iba a estar dispuesto a poner todo en orden.

Había un pequeño jardín cerca de los salones subterráneos que usaban los miembros del consejo para sus reuniones importantes. Las flores de sombra daban la bienvenida a las aventuras de la vida, mientras que las orquídeas rosas adornaban el pasillo hacía la enfermería.

Daren no quería sentirse familiarizado con ese lugar, pero no tenía otra opción, debía acostumbrarse, además que Celesty ya no le pertenecía a nadie.

—Ya no vas a poder tener tus alas de vuelta, Arael —Daren se quedó a un paso de cruzar el umbral al escuchar la voz de Calem, el chico ángel había estado echando un vistazo a la espalda del superior, la cual ahora tenía vendada. —Están hechas pedazos, sin mencionar que, al caer se cubrieron de oscuridad.

Daren dejó salir el aire que había estado conteniendo y entró a la habitación, ordenando a los guardias que coloquen el cuerpo de Seph sobre una de las camas.

La mayor parte del camino todos los que habían sido heridos fueron llevados en un carruaje para que los guerreros pudieran estar atentos a los ataques de los espectros que salían entre los árboles del bosque, sin embargo, Seph permaneció alejado de todo.

Arael miró con molestia a los guardias.

—¿Qué hace él aquí? —exigió saber, trató de moverse, pero el dolor en su cuerpo se lo impidió.

—Él es uno de nosotros —respondió Daren, sacando una bolsa de monedas y se la lanzó a uno de los guardianes, quienes se fueron corriendo después. Daren se dejó caer en una de las sillas para apartar el cabello rubio de su amigo del rostro, hizo un gesto de desagrado al sentir el sudor. —Tiene el derecho de estar aquí —esta vez miró a Arael con molestia.

—¡Fue tocado por la oscuridad! —gritó el superior.

Daren se levantó de golpe de la silla.

—¡Si tiene o no oscuridad es cosa que no te interesa! —le espetó Daren de la misma manera. —Seph va a permanecer aquí y sí, no estás muy de acuerdo con eso, te puedes ir largando, aunque dudo mucho que lo hagas estando en ese estado tan patético en el que te encuentras.

—Eres un hijo de...

—Ahórrate tus palabras, Arael —le advirtió Daren. —Ya no puedes hacer nada, he escuchado por ahí que los miembros del consejo han decidido que es mejor que te vayas de este lugar —le señaló con el dedo. —Ya no tienes el poder de dar órdenes, así que por tu bien... ¡Cierra la maldita boca!

No hubo día o noche en la que Daren no estuviera cerca de su mejor amigo.

Se había sentido tan cansado y no por el hecho de estar con su compañero, más bien, por todo lo que había sucedido a su alrededor. En palacio.

DarephWhere stories live. Discover now