Capítulo 58.-

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—Espera, Daren —dijo Seph cuando se acercó a Daren, colocó una mano sobre su hombro

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—Espera, Daren —dijo Seph cuando se acercó a Daren, colocó una mano sobre su hombro. —Tú hazte cargo de los espectros, yo me encargó de Adhrael — Miró a cada una de las criaturas de la oscuridad, las cuales habían aparecido de la nada. —Esas cosas nos han estado rodeando...

Daren frunció el ceño.

Ni siquiera él se había dado cuenta de ello, de la mala energía que había comenzado a surgir. Dio un paso hacía ellos, manteniendo un poco de cautela y esperando que ni una de esas criaturas se le acercará más.

Miró por encima de su hombro a Seph, que se mantenía a una distancia prudente de Adhrael, lo estaba observando. Muy en el fondo, sentía que su mejor amigo no sería capaz de matar a su hermano, que no sería capaz de hacerle daño y lo entendía muy bien.

Sin embargo, tenía que confiar en él, como siempre lo hacía.

Seph se aferró al arma que tenía en la mano, como sí su vida dependiera de ello, después de dejar salir un suspiro, se dejó ir contra Adhrael, quién bloqueó el ataque con un leve movimiento de espada.

—Hermanito... Hermanito... —Adhrael sonrió burlón.

—Tú ya no eres mi hermano —musitó Seph, mientras le daba un giró a su espada, sin embargo, Adhrael fue demasiado rápido para esquivar el golpe.

—Tengo una pregunta para ti, hermanito —dijo Adhrael sin quitar la sonrisa de su rostro. —¿Sabes por qué me ha gustado siempre el mundo de los humanos?

Seph lo miró con extrañeza.

Desde que eran unos querubines, Adhrael jamás le hablaba del motivo por el cual iba al mundo mortal.

—Porque fue aquí dónde planeé todo —confesó. —Mientras tú entrenabas con el idiota de tu amigo, yo planeaba como matarte —Seph no supo que decir. —Bus qué en cada uno de los pueblos de este maldito mundo a mortales que tuvieran el valor de asesinarte, pero los muy idiotas nunca se atrevieron a dar un paso hacía ti —el odio destellaba en los ojos de Seph. —Te tenían miedo.

—Todo este tiempo...

—Hubieras visto tu cara... —la burla en la voz de Adhrael hacía cabrear a Seph. —Esas miradas que siempre me mostrabas cuando me salvabas —Adhrael negó con la cabeza. —Una verdadera tontería.

—¡Yo te protegí porque eras mi hermano, Adh...! —gritó Seph en respuesta, tratando de evitar el nudo en su garganta. —¡Siempre lo hice! —No podía evitar el dolor en su pecho. —Siempre me preocupe por ti.

Esas palabras bastaron para que Adhrael le diera un golpe en la cara a Seph, fue tan fuerte que Seph escupió la sangre en el suelo.

—Yo no lo necesitaba —espetó Adhrael. —¡No necesitaba tu estúpida compasión, Seph! —Esta vez, lo hizo caer y empezó a golpearlo una y otra vez en la cara. —Tú me quitaste lo que me debió de pertenecer.

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