XV

333 52 20
                                    

—¿Qué tal te fue? —pregunta Hobi  cuando lo llamo al día siguiente. Ni
«Hola», ni «¿Cómo estás?».

—Es lindo—confieso—, pero no creo que volvamos a quedar.

—¿Por qué será que no me sorprende? —gruñe.

Oigo alboroto de fondo.

—¿Dónde estás?

Hay un largo silencio y, tras varios ruidos más, oigo una puerta que se cierra.

—Anoche quedé con Yoon —susurra.

—¿Ah, sí? —Sonrío y me pego el teléfono a la oreja— ¿Para darte una alegría?

—No ha sido eso. Salimos y luego nos tomamos un café en su apartamento.

—Y el desayuno...

—Sí, y el desayuno. —Se nota que lo dice sonriente— Oye, ¿te acuerdas de que dije que Yoon quería conocerte?

—Me acuerdo.

—Bueno, pues esta noche inauguran un club. Yoon lleva semanas preparándolo y me ha invitado. Quiere que te vengas.

—¿Yo? A un club?

—Sí, vente. Será divertido. Es un sitio megafino, se llama Ice. Di que sí, por favor.

Su tono suplicante no me ablandará. No se me ocurre nada peor que ir a un club en Seul. Suelen estar abarrotados.

—Creo que paso, Hoseok —Niego con la cabeza.

—¡Pero muñeco! —protesta. Indudablemente está haciendo pucheros— Seguro que consigue que te olvides de todo un rato.

—Y ¿qué te hace pensar que necesito olvidarme de todo un rato? Estoy bien.

Casi gruñe.

—Corta el rollo, Minie. No pienso aceptar un no por respuesta. Vienes y punto. Y nada de Converse.

—Entonces paso de ir. No pienso volver a tocar esos tacones.

—Vas a venir y te pondrás los tacones. Tienes mucho que ofrecerle al mundo, Minie. No voy a consentir que pierdas más el tiempo. Esto no es una sesión de prácticas. Tienes una vida, muñeco. Una nada más. Esta noche vas a venir y vas a ponerte guapisimo. Si tienes que pasarte el día en casa con los tacones puestos para practicar, que así sea. Te recojo a las ocho, y más te vale estar arreglado para cuando llegue.

Cuelga y me deja con la palabra en la boca. Nunca, jamás, me había hablado así. Estoy sorprendido, pero me pregunto si es la patada en el culo que me hacía falta desde hace tiempo. He desperdiciado demasiados años, he pasado mucho tiempo fingiendo estar contento con mi vida enclaustrado.

Se acabó.

Jeon Jungkook ha causado un torbellino emocional al que no estoy acostumbrado, pero también me ha hecho darme cuenta de que tengo mucho que ofrecerle al mundo. No voy ni a encerrarme ni a esconderme más por miedo a ser vulnerable, por miedo a convertirme en mi madre.
Salto de la cama, me pongo los zapatos negros con tacón y empiezo a andar por la habitación. Tengo que concentrarme para caminar erguido, con la cabeza alta, y no mirando al suelo, al ángulo ridículo de mis tobillos. Mientras tanto, busco en Google gimnasios que estén por mi zona (y que no sean el Body Flex) y llamo para ir a hacer una prueba el martes por la tarde.

Luego me atrevo con la escalera, con cuidado, intentando mantener una buena postura y ser elegante. No se me da mal del todo. Avanzo por el pasillo y sonrío al pisar el suelo de madera de la cocina. He llegado hasta aquí sin tambalearme, sin tropezar y sin resbalarme. Mi abuela se asoma al oír los tacones contra el suelo, boquiabierta.

Una Noche DESEADAWhere stories live. Discover now