XXI

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Me sumerjo en el suave tarareo de Jungkook en mi oído. Me besa el pelo y me abraza como le gusta. Sé que se ha levantado a recoger su bóxer y la camisa que he dejado tirada en el suelo, pero ha vuelto enseguida y se ha acurrucado a mi espalda.

Cuando abro los ojos él ya está despierto, se ha duchado, se ha vestido y ha hecho su lado de la cama. Me quedo tumbado un momento, pensando en cómo mi llegada ha puesto patas arriba su mundo perfecto y organizado, pero enseguida me ordena que me levante y me vista.

Como no tengo otra cosa que ponerme, me lleva a casa con mi camisa y pantalon recién lavado.
La abuela está encantada. Después de darme una ducha, de enviarle un mensaje a Hoseok para que sepa que estoy vivo y de arreglarme para ir a trabajar, bajo la escalera a toda velocidad porque sólo tengo veinte minutos para plantar mi culo feliz en las cafetería.

La abuela me está esperando abajo.

Da gusto verla tan contenta, aunque no me hace tanta gracia ver que lleva una agenda en la mano.

—Invita a Jungkook a cenar —me ordena mientras me pongo la cazadora vaquera.

Pasa las páginas de la agenda y desliza un dedo arrugado por cada compromiso.

—Esta noche estoy libre, pero no puedo ni mañana ni el miércoles. Sé que esta noche es un poco precipitado, pero me da tiempo a pasar por Lotte. O quizá podría venir el sábado... Ah, no, el sábado no puede ser. He quedado para merendar té y tarta.

—A Jungkook lo entrevistan esta noche.

Parpadea, la sorpresa reflejada en sus ojos azul marino.

—¿Una entrevista?

—Sí, a propósito del bar que acaba de abrir.

—¿Jungkook tiene un bar? ¡Caramba! —Cierra la agenda de golpe— ¿Eso significa que saldrá en la prensa?

—Sí —respondo mientras me cuelgo mi mochila del hombro —Irá a recogerme al trabajo, así que no vendré a merendar.

—¡Qué emocionante! Entonces ¿cenamos el sábado? Puedo cambiar mis planes.

Me asombra que mi abuela tenga una vida social más intensa que la mía... Al menos, hasta hace poco.

—Se lo preguntaré —digo para que se quede tranquila, y acto seguido abro la puerta.

—Pregúntaselo ahora.

Me volteó  con el ceño fruncido.

—Pero si voy a verlo esta noche.

—No, no. —Señala mi mochila con el dedo— Debo saberlo cuanto antes. Tengo que comprar y llamar al centro social para cambiar de fecha la merienda de té y tartas. No puedo pasarme la vida detrás de ustedes.

Me parto de risa por dentro.

—Mejor la semana que viene —sugiero. Problema resuelto.

Tuerce los labios, viejos y finos.

—¡Llámalo ya! —insiste, y de inmediato me pongo a buscar el móvil en mi mochila.

No puedo negarle el capricho ahora que por fin Jungkook y yo hemos aclarado las cosas.

—Vale —la tranquilizo, y marco el número bajo su atenta mirada.

Lo contesta al instante.

—Jeon Jungkook —dice con la formalidad de un hombre de negocios.

Frunzo el ceño.

—¿No tienes mi número guardado?

—Por supuesto que sí.

Una Noche DESEADAWhere stories live. Discover now