1. Un poco de Contexto

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Con el paso de los años, la madurez física y mental alcanzó a los ex estudiantes de la clase A. Ahora la mayoría tenía entre 25 y 24 años, trabajando en agencias a lo largo de Japón para mantener la paz.

Las cosas con los Todoroki se fueron suavizando. Aún son víctimas de escándalos familiares, pero en comparación con lo sucedido en la guerra, ahora solo eran simples chismes. Lo tomaron con calma.

Razón por la cual, Shouto había aceptado trabajar en la agencia de su padre. Quizá al principio se hubiera negado, pero pensándolo con más detenimiento se dio cuenta de que era buena idea. Enji todavía continuaba con su idea de unión con sus hijos así que Shouto podía aprovecharse de ello para hacer lo que quisiera.

Dejar papeleo sin terminar, tomarse días de descanso de la nada sin temor a que le descontaran los días, irse temprano sin explicaciones. Ser hijo del jefe tenía sus encantos, y aunque Shouto no hacía esas cosas con frecuencia, sí las aprovechaba al máximo.

La persona que fue total sorpresa al incorporarse al equipo de trabajo fue Bakugou Katsuki. Era un héroe prometedor, desde novato dejó en claro que tenía futuro y recibió varias ofertas de agencias al inicio de su carrera como héroe. Sin embargo, eligió a Endeavour.

Shouto no quiso darle vueltas al asunto, otros compañeros de clase también se unieron a la agencia de su padre. Pero sí fue sorpresa que Katsuki lo hiciera. Las lenguas alrededor decían que probablemente al tener ambos la misma actitud, sabían trabajar bien.

Y eso era algo muy comentado en el trabajo y fuera de. Enji ya no era tan activo, con 55 años ya le estaban saliendo canas hasta en la barba y cejas. Todos veían a Katsuki como el reemplazo, pese a que técnicamente el dueño debía ser Shouto.

Según las habladurías, ambos tenían un temperamento horrible, preocupados por ser los mejores sin importarles a quien aplastar en el camino para serlo. Y aunque Shouto sabe que la mayoría de eso ya no es verdad, sí notó la similitud entre ellos.

Por eso se sentía incómodo de que estuviera atraído hacia Katsuki. El rubio siempre se acercaba a él para molestarlo o porque no le apetecía estar con otras gentes de la agencia. Patrullaban juntos, almorzaban juntos, hacían el papeleo juntos y a veces hasta se duchaban juntos –uno en cada cubículo, hay que explicar–.

La tensión sexual entre ellos dos era tan grande que constantemente coqueteaban de una manera que simplemente se volvía natural. Siempre estaban mirándose, siempre tocándose de manera discreta, siempre... provocando al otro.

Si ambos se gustaban, Shouto no tenía por qué estar tan incómodo. Pero de nuevo, las comparaciones de Katsuki y su padre le retumbaban en los oídos. Él sabía que difícilmente Katsuki sería como Enji, pero ni saber eso le dejaba tranquilo.

Llegó a un punto en el que Katsuki fue quien dio el paso. Después de un día duro de trabajo, pasaron a un local de comida y tomaron unas cervezas. Los coquetos de índole sexual subieron de tono hasta que finalmente, Katsuki lanzó la pregunta.

– ¿Quieres ir a mi departamento? – Shouto casi se atraganta con su cerveza, pero pudo terminarse el tarro antes de hablar.

– Seguro – Respondió sin importancia, aunque por dentro estaba gritando de la emoción.

Al fin, los deseos de un Shouto de 17 años se hacían realidad. Eso demostraba que, si te aferrabas a un sueño por más pequeño que sea, podría cumplirse. La Cenicienta tenía razón. Gracias espíritus del cielo por permitirle este regalo que pidió desde hace casi una década.

Terminaron de comer y Shouto se ofreció a pagar. Caminaron hasta el complejo de departamentos de Katsuki pues no estaba muy lejos de la agencia ni del local de comida. Katsuki en algún momento de la caminata unió sus meñiques y continuaron así sin decir nada.

Shouto gritaba internamente, gritos llenos de euforia pero que no emitían sonidos. Katsuki fue alguien muy reservado con los sentimientos que no fueran desagrado, ira y aburrimiento, por lo que verlo ahora en faceta suave y cariñosa, era un aspecto que Shouto atesoraría.

Llegaron al lugar y subieron al departamento, todavía con los meñiques juntos. Fue hasta que Katsuki sacó sus llaves que se separaron. Una vez dentro todo parecía justo como Shouto pensó. Era minimalista y ordenado, igual que el dueño.

– ¿Y bien? – Su paseo visual por el departamento fue interrumpido.

– ¿Uh? ¿Bien de qué?

Katsuki bufó y le dio a Shouto una mirada sarcástica y sonrisa socarrona. Sí que era lento.

– No viniste a mi departamento solo para hablar, ¿verdad? – Shouto se rascó la nuca y desvió la mirada.

– Para ser honesto, no pensé que llegaría tan lejos.

– Honesto mis pelotas – Katsuki lo tomó del cuello de la camisa y acercó peligrosamente sus rostros – He querido que me jodas desde hace 5 años.

– ¿E-En serio?

– Cinco, malditos, años, bastardo mitad y mitad – El tono de voz de la frase, dejó claro que no bromeaba – ¿Sabes lo que es esperar 5 años?

– No – Shouto ahora reunió valor y coraje y aprovechó para tomar la cintura de Katsuki y ser él quien pegara ambos cuerpos – Pero te he querido joder desde hace 10. ¿Qué tal suena eso?

– Suena a que debes dejar de hablar y hacerlo de una vez – Los labios de Katsuki rozaron los suyos y sintió el aliento cálido – Vamos a la habitación.

I'm not your fucking Dad, but I could be your DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora